Y envuelta en su gris melancolía, como sábana blanca de azul fantasma, busca incansable a mis horas vacías, para darme sin reparo, un beso y otro más sin ganas.
Y aplasta con su cuerpo ajado mis latidos, hasta asfixiar la calma de mis ojos negros, y despertar rugiente un río confundido de agua destilada de heridos recuerdos. Recuerdia