Durante este agosto atolondrado sólo he degustado unas pocas novelas cortas, muy cortas algunas, casi relatos (y este mes es aún peor, porque a estas alturas sólo he leído un libro y a trompicones). Estas son las catas resultantes:
LA ESCRITURA NECESARIA. Rubén Angulo Alba
Para maridar con: espíritus atrevidos que no temen aventurarse con el sabor de autores nuevos.
UNA POSTAL DE 1939. Marcella Olschki
Uno de mis descubrimientos de este año: esta novela brevísima y, más que autobiográfica, confesional. Olschki rememora sus años adolescentes de colegiala, en pleno gobierno fascista, con una frescura que cala hondo. Sin tapujos ni excusas, nos trae las ocurrencias de una juventud inconsciente, rebelde y a veces cruel, como lo es siempre la juventud, que patalea ante la restricción y la represión que le toca vivir. No hay estridencias, tampoco melodrama a pesar del dramático contexto que la rodea; tan sólo realidad, la realidad de un mundo extraño para los ojos de una muchacha que se ve obligada a madurar. Más que recomendable.
Para maridar con: cualquiera con una pizca de sensibilidad y media hora de su tiempo.
LLUVIA. William Somerset Maugham
Para maridar con: los amantes de los clásicos y de las buenas historias en general.
EL REGRESO DE TITMUSS. John Mortimer
Después de un tiempo prudencial, con la intención de no sentirme defraudada por el mito de las segundas partes, retomé la historia del repelente Titmuss, ahora desde una perspectiva más directa una vez apartado a un lado el filtro de los Simcox. Mereció la pena y la saboreé con placer. A pleno rendimiento, este arribista triunfador de la política me ha traído sonrisas de lo más amargas por lo cercanas de algunas situaciones. Mortimer disecciona la sociedad, no sólo británica sino en general, en tanto los entresijos del poder no tienen distinción geográfica (ni siquiera ideológica, a la postre). Nos engancha del brazo para darnos un paseo tan divertido como mordiente, en el que la sonrisa, además de mordaz, deviene en pesimista… o realista, para qué nos vamos a engañar.
Para maridar con: los seguidores del “british style”, la ironía inglesa y la crítica social.
LOS MUERTOS NO RESPONDEN PREGUNTAS. Antonia Romero
Esta cata ha sido accidentada y quizá mi perspectiva no era la adecuada en el momento de la lectura, además no soy adepta a la novela romántica (lo cual no significa que no lea ninguna o que no intente apreciarlas en su medida). A pesar de todo lo anterior, esta novela me tuvo entretenida durante varias noches en blanco. Hay algunos clichés, habituales en el género, y escenas un tanto previsibles, pero está escrita con habilidad y se desenvuelve bien en la trama psicológica. Confesaré que, como soy de lágrima fácil, me hizo soltar más de una. Fue un bocado agridulce, como un trozo de pomelo confitado.
Para maridar con: admiradores del drama romántico.
OVEJA MANSA. Connie Willis
Deuda pendiente desde hace tiempo, me entregué a esta novela de Willis con plena conciencia de que no es una de sus obras de primera línea, quizá por eso no me defraudó. Esperaba (como ya había leído/oído por ahí) una comedia de enredo, ligera y simpática: eso mismo es lo que encontré. Ambiente académico, investigación sociológica, tono humorístico y una historia de amor… o algo parecido. En el momento en que la leí, me vino fenomenal para ponerme una sonrisa y me recordó vagamente a la reciente “El proyecto esposa”. Como ésta, no es imprescindible pero ha resultado entretenida. Reincidiré con la autora.
Para maridar con: quienes gusten de la comedia absurda o un poquito menos.