Notas de cata de mayo

Publicado el 06 junio 2015 por Zazou @biblio_zazou
Este mes ha estado marcado por el humor, al menos en buena parte de mis lecturas: sardónico, absurdo, sutil e incluso didáctico. El humor es un sentido, para mí, vital que nos ayuda a ver el lado ridículo del mundo y diluir toda esa parte oscura con la risa necesaria para sobrevivir. Una buena dosis de sentido del humor, otra de sentido común y esos dos apéndices que hay al final del brazo hacen maravillas si uno se lo propone.
No, no me voy más por las ramas. Aquí os dejo las catas:
CONFESIONES DE UNA HEREDERA CON DEMASIADO TIEMPO LIBRE. Belén Barroso.
Por resumirlo en una palabra: hilarante. De principio a fin. Y cuando digo principio me refiero, literalmente, a las primeras frases. Desde ese momento se nos pone un escaparate de todo lo que, a través de los libros, sabemos de la sociedad burguesa rural de la Inglaterra del siglo XIX y, tras cada modelo o tópico, la acotación mordaz y la consiguiente sonrisa. El homenaje a Jane Austen está claro; la parodia de los usos y comportamientos de la época, aún más.
El estilo epistolar es un acierto, en mi opinión, y en la visión del panorama a través de los ojos de la protagonista (y su, ejem, entendimiento) y la que nos concede a nosotros reside la mayor parte del encanto de la novela. Ahí y en los preciosos dibujos que aderezan las páginas. Acompañar a esta heredera por su búsqueda del matrimonio (que no del amor) y conocer a la panoplia de personajes curiosos que la rodean ha sido un bocado picante, deliciosamente picante.
Para maridar con: quienes quieran sonreír, reír y disfrutar de la burla amable.
COSAS RARAS QUE SE OYEN EN LAS LIBRERÍAS. Jen Campbell.
Partiendo del hecho de que no es narrativa sino un conjunto de anécdotas recogidas con la intención de divertir al lector, lo único que cabe decir en un libro como este es si ha cumplido su función: sí, y con creces. Toda esta sucesión de mínimas escenas y divertidos diálogos es, además, un recordatorio de cuán absurdos podemos llegar a ser. No lo olvidemos la próxima vez que entremos a una librería (o quizá podamos aparecer en la próxima recopilación).
Para maridar con:cualquier lector con sentido del humor (y de la autocrítica), empezando por los libreros.
DIARIO DE UN SEDUCTOR. Sören Kierkegaard.
Don Juan filosofa. Quizá por eso resulta aún más retorcido que el Don Juan original, cuyo afán por seducir se sustentaba en argumentos más sencillos desde su punto de vista. El seductor de Kierkegaard es deliberadamente perverso: «Cuanto más se tense el arco del amor, tanto más profunda será la herida». Amor, una cierta idea del amor. Y de la vida. Y del dolor. La angustia vital impregnando el proceso de conquista. Encerrada en el marco de la seducción, toda una corriente de pensamiento.
La lectura no ha sido fluida; no debía serlo. Había que detenerse para leer entre las páginas, para aislarse a ratos de la historia, que a ratos ni siquiera me importaba, y contextualizar. Y aferrarse al sentido de la ironía, que subyace en el discurso. «Me dicen que estoy enamorado de mí mismo». Quizá, a veces, todos lo estamos un poco.
Para maridar con: lectores curiosos y sin pereza.
ESTILO RICO, ESTILO POBRE. Luis Magrinyà.
Para empezar, no es un manual de estilo sino, más bien, una pared llena de trofeos de caza que sirve para mostrar lo que, de un modo otro, caracteriza al proceso cinegético. Y es que los hay que lucen unos cuernos de lo más enrevesados, algunos enseñan los dientes con fiereza a pesar de su estatismo, otros te hacen inclinar la cabeza al mirarlos mientras te haces preguntas… De algún modo, escribir se parece un poco a ir de cacería: uno tiene que esforzarse en atrapar las buenas piezas.
Nada hay como el ejemplo para enseñar y este libro está lleno de ellos. Ejemplos que, en algunos casos, dan la vuelta al bolsillo de la costumbre (a menudo, la mala costumbre) para darte una colleja en el porqué, despejan prejuicios y deshacen nudos. Leedlo, de verdad, no temáis aburriros. Como mucho, os sonrojaréis al encontrar señalados vuestros fallos, pero lo haréis con una sonrisa.
Para maridar con:todos sin limitación, porque escribir (y leer) correctamente es necesario, más allá de la literatura.
EL BUEN VINO DEL SEÑOR WESTON. T.F. Powys.
El tiempo detenido al paso de la camioneta del señor Weston, comerciante de vinos. Dónde: en un pueblecito inglés. Cuándo: una noche otoñal de 1923. El porqué… ah, para saber por qué, hay que leerlo.
Bajo una cobertura de costumbrismo de expresividad naturalista, hay un trasfondo épico que se va dejando adivinar poco a poco, sin grandilocuencias, evitando el chirriar de lo fácil. Por medio de una colección de personajes exuberantes, tremendamente lúbricos y, sobre todo, vivos, este pequeño núcleo de esperanzas y decadencias se convierte en una representación a escala de un mundo en lucha consigo mismo. El bien y el mal, la vida y la muerte, las fuerzas de la naturaleza. Una comedia de lo humano y lo divino. Una fantasía tan original como hermosa.  
Para maridar con:amantes de la fantasía cotidiana, de la magia de lo real, de un cinismo algo lírico y, sí, también, del sutil humorismo de la ironía.
EL LIBRO DE MONELLE. Marcel Schwob.
Parábola, lamento, prosa poética al fin y al cabo. Bajo la forma levemente herética de libro religioso que equipara la vida y enseñanzas de una joven prostituta con las de un personaje mesiánico, se encierra toda una forma de pensamiento envuelto en tristeza y lirismo.
Una vez más, la intensidad de lo breve. Hay un sentimiento profundo, real, que hace respirar las palabras y las envuelve con ese aire de fragilidad que es tan propio de la belleza, como su carácter efímero. Entre estas página, en cambio, está para siempre atrapada.
Para maridar con: lectores sin prejuicios, cazadores de lo bello y lo triste.
FUEGOS. Marguerite Yourcenar.
Hay una colección de relatos en él, pero no es un libro de relatos: es la expresión poética de un sentimiento de ruptura. Con la forma de narraciones inspiradas en los mitos griegos, se explora el alma del amor y el desamor y, entre medias, pequeñas sentencias, reflexiones o confesiones de la propia autora, que en este libro mostró su corazón más que en ningún otro.
Una de las ventajas de las relecturas es poder entresacar más matices, buscar lo que te proporcionó placer para deleitarte sin la premura de querer avanzar. Aun en una primera lectura es lo que recomiendo: leer con detenimiento, beber y, simplemente, disfrutar del placer de esta prosa.
Para maridar con: quienes no se asusten ante lo lírico ni el desamor.  Dejo fuera de estas notas “Niños en el tiempo”, de Ricardo Menéndez Salmón, que comentaré por separado (como parte del reto Serendipia Recomienda). Como veis, ha sido otro mes lector muy satisfactorio.