Son notas surgidas al azar, a veces sobre la marcha, otras veces con largos años de distancia: notas de recuerdos, de reminiscencias, de lecturas, de cosas vistas, de escenas que me han venido a la memoria, de obsesiones guardadas en ella largo tiempo, de impresiones inmediatas y casi diría fulgurantes. Estas notas están impresas en este libro sin ningún orden visible, tal como surgieron al paso de los días y los años.
Encontramos párrafos de extensión variable sobre la inflación en Alemania, la tramontana en el Ampurdán Pequeño, los milagros, montar en bicicleta, los seudónimos empleados por Stendhal, el alioli, el individualismo o la marcha de los fascistas sobre Roma. Todo salpicado de un moralismo socarrón muy inspirado en sus bien conocidos escritores franceses del XVIII.
Aquí he encontrado la idea exacta que había citado otras veces al voleo: “Pasados los treinta y cinco años, leer novelas es un síntoma de primariedad muy acusado”. Es más estricto al respecto que su admirado Léautaud, que nos deja leerlas hasta los 50.
Donde más brilla, en mi opinión, es en los comentarios literarios y en los retratos. Lee (y cita) en italiano, inglés y, sobre todo, en francés. También conoce a fondo la literatura en catalán. Pla es muchas cosas: epicúreo, sentencioso, muy crítico con la religión, inteligente, con sentido común, solitario. Un conservador agnóstico y materialista. Sobre todo, un gran escritor aferrado a lo concreto y ajeno a toda afectación. Su humor, agudeza y estilo limpio procuran gran placer al leerle, aún sin convenir en todas sus opiniones.