2013 01
posted by Zulema de Mamá es bloguera on Zu: Aprendiendo con dos enanos
Con el curso escolar vuelven a activarse viejos dilemas y redencillas en la familia. Año tras año sucede igual, no importa lo que digas, no importa cuántas veces lo expliques, porque es una costumbre arraigada en muchísimas personas y simplemente no pueden evitarlo.
Hablo de los famosos regalos por obtener buenas notas. De premiar las calificaciones de los niños con cosas materiales. Mis hijos jamás han tenido un regalo por aprobar un curso o por obtener buenas notas, y he de decir que sí, aprueban con muy buenas notas. No es que yo no quiera hacerles ese regalo, no es que yo quiera dejar de demostrarles que lo han hecho muy bien, simplemente es que yo creo que no es una buena forma ni un mensaje positivo para los niños.
A mi modo de verlo, cuando ofrecemos al niño un regalo por las notas obtenidas, simplemente le estamos chantajeando. Aunque previamente no le hayamos dado la advertencia de “si no apruebas o si no sacas buenas notas te quedarás sin regalo”, lo considero igualmente un chantaje. Es quizá el recurso más fácil para los padres, pero no el más beneficioso ni positivo para el desarrollo del niño, pues sólo estaremos transmitiendo que por hacer bien las cosas que debe hacer normalmente, obtendrá un premio. Su motivación final será ese regalo prometido, y no el interés de aprender un poco más.
En mi casa, mis hijos saben perfectamente que el premio por aprobar un curso o evaluación es ése, haber superado ese reto de forma positiva, sus notas son su premio, y nos vamos a celebrarlo juntos comiendo donde ellos quieran, con una tarde de cine, de parque… realizamos una actividad en familia.
Pero cada año, como decía al principio, salen las viejas redencillas. Abuelos y tíos que se empeñan en ofrecer a los niños un regalo por haber tenido buenas notas. Parece que muchas personas no entienden que no debemos de entrometernos en la forma de educar y criar que tienen los demás a sus hijos. Parece que yo soy la mala persona que le quiero negar ese regalo a mis hijos, pero no es así. Lo que yo quiero es que ellos aprendan a valorar las verdaderas recompensas, que valoren los resultados de su trabajo sin tener que añadirles un extra. No quiero que mis hijos hagan nada por prometerles después un paraíso, quiero que hagan lo que realmente sienten y pueden.
Y si bien nuestro alrededor no entiende esto, ellos sí. Porque hoy en día cuando alguien les dice esa dichosa frase, ellos mismos responden que su premio son sus buenas notas y la salida en familia posterior