«No me extraña que los actores estén locos». Las palabras son de Laura Simpson, una perfecta desconocida que tuvo la oportunidad de asistir a la pasada ceremonia de entrega de los Premios Oscar porque así lo quiso su mejor amiga: Jennifer Lawrence, candidata a la estatuilla a mejor actriz secundaria (y que volvió a caerse, esta vez al llegar).
A Simpson no le gustó demasiado la experiencia, tal y como reflejan sus impresiones en MySpace. Su veredicto de la velada: «Completamenteagotadora, abrumadora y surrealista». Su conclusión: No me extraña que los actores estén locos. Peor impresión le causó la prensa, de la que cuenta que «a menos que seas famosos, eres totalmente invisible. La única vez que hablan contigo es cuando te metes en medio de una foto».
Pero no todo fueron malas sensaciones. De Brad Pitt comenta que «huele de forma increíble, como nada que haya olido», mientras que Channing Tatum recogió su bolso cuando se le cayó y Bill Murray incluso le guiñó un ojo.
Y la cosa siguió mejorando: las actrices famosas con las que se iba encontrando «se presentaban a pesar de que no soy conocida, incluso Anne Hathaway».
Las impresiones de Simpson demuestran que para ser actor hay que estar hecho de una pasta especial. Y que rodar o memorizar las líneas de diálogo de una película no son necesariamente la parte más dura del trabajo.