01/11/2011. Fuga de Alcatraz, Don Siegel, 1979, USA
Última y memorable reunión de Siegel e Eastwood en un film que no es tanto carcelario como abstracción de del subgénero con un ojo puesto en el minimalismo tenso de la archimagistral Le Trou de Jacques Becker y el otro en la áspera tradición norteamericana. La primera parte todavía se detiene en la caracterización y personalización de algunos personajes, y del entorno y motivaciones con ellos, pero toda la segunda mitad es de una minuciosidad monocorde, narración pura, sin interferencias. Eastwood, en consonancia, acentúa al extremo su laconismo y parsimonia gestual redondeando así una film desafiante en su contexto, económico al máximo y despojado de toda parafernalia.
Hay un momento particularmente hermoso en esta película. Casi al final el pícaro Jeeter explique al representante del banco, nuevo dueño de la parcela que cultivaba para un ya acabado terrateniente, que no puede vivir en la ciudad porque necesita sentir el campo. Como una respuesta el viento comienza a revolver la hojarasca y la cámara recoge espacios y ausencias. Un segmento de penetrante tristeza que Ford contrapesa con una conclusión de comprensivo humorismo: la felicidad de la ignorancia. Film selvático y ubérrimo, como el hipererotismo asilvestrado de ese animalillo fascinante que es Gene Tierney, donde Ford promulga un libertario vive como quieras incluso si no puedes. Pero donde no dulcifica ni una época, descarnada, ni a unos personajes simultaneamente tiernos y patéticos, mezquinos y entrañables, religiosos e iconoclastas, nunca malos, siempre fordianos.
04/11/2011. Outrage, Takeshi Kitano, 2011, Japón
Run for cover de un Kitano que regresa al yakuza eiga desde su habitual perspectiva tan cruel como irónica, quizás efectiva pero no por ello menos vista. Hierática y de espeluznante violencia directa, contada/visualizada con ese tono distante inimitable, elegante uso de la elipsis incluido, la película pone en escena un teatrillo de poderes y traiciones, una farsa de personajes caricaturescos con su hilo argumental reducido a una espiral de ejecuciones. Todo ello desarrollado en un escenario reconocible, aunque indeterminado, y abstracto, aunque de contundente fisicidad. Es decir, lo de siempre.
05/11/2011. Meek´s cutoff, Kelly Reichardt, 2010, USA
Curioso western abstracto/metafísico, sin fin ni principio, centrado en el periplo de unos colonos a través de una inhóspita zona de los USA, perdidos por culpa de un incompetente y auxiliados por un indio igualmente perdido. Hermosa de mirar, con una concepción del encuadre, la luz y las figuras más cercana a Millet que a los pintores del Oeste Americano, exasperantemente hierática, pretendidamente naturalista al tiempo que abierta a todo tipo de simbologías/interpretaciones (religiosidad, choque cultural, aliénto telúrico…) encuentra sus mejores momentos cuando asimila su minimalismo a ciertas constantes del gran cine fantástico australiano.
06/11/2011. Il vedovo, Dino Risi, 1959, Italia
Descacharrante sátira sobre un arribista con delirios de grandeza dispuesto a fundirse al herencia de su muy desagradable y muy sensata esposa en negocios a cada cual más necio. Tras un breve periodo de felicidad durante el cual piensa que su legítima a muerto en un accidente de tren y una vez comprobado, en el mismísimo velatorio, que tal prodigio no a sucedido, resuelve enviudar por vía directa mediante un plan, infalible, tramado junto a sus ineptos subordinados. Tras el aire alocado y popular se agazapa un ácida radiografía dela clase empresarial emergente en la italia de la época, de nulos escrúpulos y menos talento, equívocamente encarnada en el entrañable Alberto Sordi, corporeización del “ser italiano”. Tumultuosa, negra a más no poder y rodada con sencillez y conocimiento de los resortes del género supone un film a descubrir donde nada sale bien parado de la mirada con puñales de Risi.
07/11/2011. El valle de la ira, Jesse Hibbs, 1954, USA
Uno de lo múltiples westerns con b protagonizados por Audie Murphy a los largo de los 50 y parte de los 60 con enorme éxito y moldes muy similares. En esta ocasión enfrenta su imagen equívocamente blanda con una banda de maleantes que, detalle curiosos, son fuerzas de la ley recibiendo para poder cumplir con su misión la ayuda, nueva curiosidad, de un irónico forajido con el cual trabará una amistada sincera y al cual interpreta el siempre genial Dan Duryea, emparejado con cierta frecuencia con Murphy en aquellos años. No hace falta decir que tanto él, con ese carisma cínico, como su personaje absorben todo el interés de un film por otra parte tan agradable de ver como totalmente intranscendente. Sin mayores destellos formales que un tiroteo, de sorpresivas conclusiones, en una mina, y con el interés añadido de un papel femenino a cargo de la dulce Susan Cabot, una actriz de lo más interesante con una vida puro delirio.
08/11/2011. Doctor Bull, John Ford, 1933, USA
Primero de los films que Ford rodó para Will Rogers de forma consecutiva entre 1933 y 1935 (la presente, Juez Priest y Steamboat round the bend) y en la cual ya se establece la estructura dramático-narrativa y la caracterización tanto de Rogers como de sus antagonistas. Doctor Bull es un anecdotario provinciano, cine librepensador contra los cursis, los pedantes y los que le hacen la vida imposible al prójimo a base de meterse en ella, contra los envidiosos y los mediocres en general. Así el médico protagonista, ni muy listo ni muy tonto, pero comprensivo y fordianamente humanista, ve retratado su día a día con humores de distinto tipo, sátira social cercana a Mark Twain y más amargura de la que pueda parecer, contenido todo dentro de un conjunto que se disfraza de pedestre solo para no alardear de su increíble sofisticación.
10/11/2011. La vida alrededor, Fernando Fernán-Gómez, 1959, España
Continuación estricta de La vida por delante que estando más elaborada y mejor rodada queda un tanto por debajo de su precedente, más que nada porque carece del impulso arrollador de aquella, de su frescura primitiva, y porque repite estructura discontinua y narrativa libérrima, interrumpida constantemente por los propios personajes. En todo caso no decae la sofisticación y su modernidad sigue valiendo, amén de que la crítica, no por endulzada vía humor caricaturesco, es menos crítica. La interpretación, genial, tanto del dúo protagonista (Analía Gadé encima está recontraguapa) como del ejército de secundarios (Joaquín Roa, memorable), imposible de enumerar.
11/11/2011. Dangan Runner, Sabu (Hiroyuki Tanaka), 1996, Japón
Primer encuentro con Sabu, uno de los renovedores del thriller japonés de los 90 , en su caso vía humor negro, que también fue el primer film que dirigiese, siendo antes (y durante) actor. Aquí maneja, con gracia y originalidad, una estructura de vidas cruzadas, paradigma vertebrador del cine de los 90 y casi primeros 2000, sobre un pobre tipo que pretende robar un banco y termina siendo perseguido por el dependiente de una tienda, un rockero drogradicto, y este, a su vez, por un yakuza caído en desgracia. Todos a la carrera, literalmente. Por si fuera poco el tercero le vendió la pistola al primero, propiedad de un policía que la perdió en plena borrachera, y es el encargado de cobrar las deudas del segundo. Un lío, que se irá haciendo más y más grandes cuando intervengan bandas enfrentadas y agentes de la ley tirando a descerebrados. Presidida por un constante humor negro y perplejo, con rítmicas incrustaciones violentas, fugas mentales y flasbacks explicativos, amén de préstamos de otros lenguajes (el cartoon, el videojuego…) y estilos (slapstick, yakuza eiga parodiado…) en un cocktel plurirreferencial que permite tender puentes con el primer Guy Ritchie, pero también con el sentido pop del género del cine de género del país durante los 60. Simpática y modesta, abierta incluso a lo poético al tomar al final de la historia la carrera un sentido de fuga metafísica, de liberación de las realidades patéticas de cada personaje, presentó (presenta) a un director apasionado por lo antiheróico y lo azaroso.
12/11/2011. The tall target, Anthony Mann, 1951, USA
Uno de los apasionantes y por desgracia todavía poco difundidos policiales de Mann que para la ocasión presenta una deslocalización temporal, que no estilística, beneficiosa para la originalidad del conjunto:un empecinado policía neoyorkino intentando parar con sus escasos medios un complot para asesinar a Lincoln durante un discurso en Baltimore previo a su investidura como presidente. Situada casi al completo en el interior de un tren en tránsito juega con ingenio con la geografía y la geometría del espacio, escaso y agobiante por definición, y con la rica paleta de personajes que se entrecruzan, entorpeciéndose, constantemente. Nunca se pierde el tono (ni plástico ni rítmico) de thriller rudo, ennoblecido con dosis de ironía y un indefinible aire pulp que le otorga tanto su excéntrica base de política-ficción como la misma ambientación histórica. Espléndido villano cínico a cargo del gran Adolphe Menjou, estupendo Dick Powell en su época de duro reconvertido y ejemplar gradación del suspense.
13/11/2011. Ocean’s 13, Steven Soderbergh, 2007, USA
Requeteregreso de los ladrones más fardones de la historia acometiendo uno de esos golpes inverosímiles en los cuales la inversión en material y preparativos tiene obligatoriamente que exceder el botín. En cualquier caso supone un film más manejable que la anterior secuela, remitiéndose incluso al original de Sinatra y compañía de nuevo, pero igual de caprichoso. Chistes privados, libertad de acción total para los divos, inconsecuencia argumental, tono relajado etc, etc… sostenido por la versión achampanada de Soderbergh y por otra estilosa banda sonora del gran David Holmes. Pacino da grima, pero eso no es novedad.
14/11/2011. Corrupción, Robert Hartford-Davis, 1968, Gran Bretaña
Totum revolutum horterón y sesentero que se apunta, tardíamente, a la corriente de los “rostros quemados“ (punto cero moderno Los ojos sin rostro de Franju y aportación hispana en Fuego, dirigida por Julio Coll en el 64) con la figura central de una bella modelo y su actual amante, un cirujano, que sin querer provoca un accidente, ytan absurdo como la película en si, que le desfigura medio rostro. Detalle misógino al canto ella será, con su egoísmo y su explotación pasivo-agresiva de la culpa quien le induzca a cometer una serie de crímenes en pos de las fantacientíficas aplicaciones de la glándula pituitaria en cuestión de regeneración milagrosa. Al sopicaldo se le añaden ingredientes de Jack el destripador e incluso de la figura del Barón Frankenstein según la Hammer dentro de un conjunto insostenible, coyuntural a más no poder y con tercio final de pena (o de risa). Así y todo tiene algún momento (el crimen en el tren pese a su horripilante empleo de las lentes deformantes) y Peter Cushing salva su parte con esa entrega suya digna de mejor causa, proezas físicas de esas que tanto le gustaban incluidas.