L.R.G.
Ganado: seis erales de La Quinta, bien presentados, bravos y con raza, de buen juego. Destacó el cuarto, repetidor, y bajó el sexto mas distraído.
Manuel Rodriguez: pinchazo y estocada casi entera (silencio) y pinchazo y otro hondo ( vuelta al ruedo).
Javier Moreno “Lagartijo”: cuatro pinchazos (silencio) y estocada que asoma y estocada (silencio).
Rafael Reyes: tres pinchazos, estocada desprendida y seis descabellos (silencio tras dos avisos) y estocada y dos descabellos (silencio tras aviso).
Incidencias: La Maestranza registró algo más de media entrada en noche fresca con rachas de brisa que molestó a los toreros. Antonio Navarro “Niño de Osuna” fue corneado en el primero de la noche con pronóstico menos grave y pasó al hospital.
Los novillos de la Quinta, con la tralla característica de los Santacoloma, marcaron este festejo que a la postre resultó frustrante para los novilleros que se vieron impotentes ante tal dechado de bravura y raza. No hay que desmerecer el esfuerzo y la voluntad. Pero eso no es todo. Los pasos importantes hay que darlos con la seguridad que da el oficio y la experiencia, y precisamente eso faltó esta noche en el ruedo sevillano. Tanto “Lagartijo” como Rafael Reyes, no consiguieron centrarse en ninguno de sus dos oponentes, dejando solo pinceladas sueltas. Sin embargo, entre ambos, destacó Reyes en su primero, al que compuso una faena basada en la zurda que fue lo mejor de la noche, emborronada luego con la espada. Los dos chavales atesoran virtudes y cualidades para forjarse como toreros de clase, pero es un camino aún largo. Torear en una plaza como La Maestranza necesita, aparte de mentalización que, sin duda, los dos la traían, oficio.
Abría cartel el ecijano Manuel Rodriguez, que también se presentaba, y que no pasó de mediocre en su primero. Al cuarto, el mejor de la noche, con movilidad y humillando mucho, sin estar mal, no fue capaz de exprimirlo como el animal merecía.