Muy curiosa esta película de un primerizo Berlanga. Aunque es del año cincuenta y cuatro parece ser mucho más primitiva, aunque este hecho no le resta ni un ápice de encanto. En cierto modo esta película es un precedente de la serie "Verano azul". Familias de vacaciones y enfrentamiento generacional entre padres e hijos, pero sin la acidez y humor negro al que Berlanga acostumbraría posteriormente. Aquí se nota, y mucho, la mano de Edgar Neville.
Lo más curioso es que la trama no transcurra en los años cincuenta, quizá una época demasiado oscura y todavía hambrienta como para presentar familias felices. La historia nos lleva a principios del siglo XX cuando, en plena Primera Guerra Mundial, España disfruta de su condición de neutral haciendo un buen negocio. Fue una de las pocas decisiones inteligentes que se tomaron en el siglo pasado como país (habría que esperar a la transición para ver otra y ojalá pudiera decir lo mismo de la República, pero se cometieron demasiados errores). Si no entramos en la Segunda Guerra Mundial fue porque ya habiamos protagonizado el prólogo y estábamos demasiado exhaustos.
Llama la atención que una época en la que los personajes de las películas españolas era ingenuos y maniqueos, los adolescentes protagonistas de "Novio a la vista" parezcan más inteligentes y de espíritu más libre de lo que se estilaba en aquellos años. Muchos de los gags de la película son muy primitivos, casi de cine mudo, pero la historia es muy simpática, incluso algo anárquica y se deja ver. Lo mejor de todo: las discusiones entre los viejos militares, anquilosados en las doctrinas bélicas del siglo XIX, acerca de la Primera Guerra Mundial, cuya carnicería no podían ni siquiera intuir desde las cálidas costas de España.