NoViolet Bulawayo. "Necesitamos nombres nuevos"

Publicado el 19 febrero 2019 por Juancarlos53

" ¿Crees que con ver la BBC ya sabes lo que está pasando? No, amiga mía, no lo sabes. Es la herida la que conoce la textura del dolor. Somos nosotros los que nos hemos quedado aquí y los que sentimos el sufrimiento de verdad, así que somos nosotros los únicos que tenemos derecho a hablar de ello, hablar de lo que sea y de quien sea. [...] ¿Es tu país, Darling? ¿De verdad es tu país? ¿Estás segura?, me pregunta Chipo "

Un grupo de niños juegan y corretean por Paradise, imaginario barrio chabolista de una ciudad de Zimbabue, -quizás Tsholotsho, donde la novelista nació en 1981-, envueltos en la alegría propia de la niñez y acuciados por el hambre que los acosa. Para satisfacerla visitan con frecuencia Budapest, el barrio acomodado de la ciudad donde abundan los chalets en cuyos jardines crecen las guayabas. Pese a lo indigesto que es su fruto lo consumen con fruición movidos más por la necesidad que otra cosa. La historia la cuenta en primera persona es Darling, niña de diez años cuya máxima aspiración como la de tantos compatriotas suyos es poder abandonar el país; ella parece que tiene ese momento cercano pues una tía suya, Fostalina, lleva en Detroit ya varios años y le ha prometido llevarla con ella. Junto a Darling crecen y juegan en este suburbio zimbabuense otros niños de nombres algunos tan simbólicos como el suyo: Chipo, Bastardo, Sabediós, Sbho (niña de 9 años), y Stina. Quien, por su atrevimiento, los lidera Bastardo al que siguen casi ciegamente sus compañeros varones Stina y Sabediós, éste el más pobre de todos ellos. El resto son chicas y en Chipo, embarazada a sus 11 años, ven anticipado el futuro que les espera. Pese a todo, los cinco niños, viven felices en medio de una hambruna y pobreza desmesuradas.

Junto a ellos está el mundo de los adultos del que reciben la cultura de su pueblo ancestral mistificada con las aportaciones que durante cien años los colonizadores británicos les impusieron. Entre los adultos está el Profeta Revelaciones Bitchington Mborro, auténtico dirigente de la comunidad a la que se dirige en las celebraciones religiosas; para Darling es importantísima Madre de Huesos, su abuela, que la cuida mientras su madre está vendiendo en la frontera; Makhosi es primo de Darling y como el padre de ésta está en Sudáfrica, pero ninguno de ellos da señales de vida hasta que el padre muy enfermo vuelva a morir a casa; el curandero Vodloza es asimismo una personalidad respetada en el barrio de Paradise. Junto a estos mayores, podríamos decir tradicionales, que viven siguiendo las pautas atávicas de su pueblo, se hallan otros seres distintos, diferentes, como MadreAmor, la única persona que no corre a recoger los regalos que la ONG que los visita les lleva cada vez que lo hace; también es muy importante NacidoLibre, hijo de MaDube. NacidoLibre iba siempre junto a Mensajero hasta que fue asesinado y Mensajero tuvo que salir del país para evitar seguir la misma suerte. Estos dos personajes introducen en la novela el asunto de la lucha llevada por la oposición política contra el Anciano Presidente que gobernó dictatorialmente el país desde 1987 (Zimbabue logró su independencia en 1980) hasta su caída en 2017 en que un golpe de estado lo derrocó. Aunque no se le nombre este anciano presidente es Robert Mugabe quien tras conseguir al frente del ZANU la independencia de la antigua Rodesia se perpetuaría en el poder. Contra su falta de democracia y de respeto a los derechos humanos se levantó el Movimiento por el Cambio Democrático del que Mensajero y NacidoLibre, con seguridad, formaban parte. A ellos les pasó como a muchos otros zimbabuenses que creyeron en la Democracia prometida durante la lucha por la Independencia, al negárseles buscaron el Cambio, por lo que fueron perseguidos y algunos como NacidoLibre murieron.

A través de todos estos personajes sabemos de la reciente historia de Zimbabue y también de algunas de sus costumbres más arraigadas. Es a partir de la llegada de Darling a USA cuando, por contraste con las de América, se nos muestran más a las claras las peculiaridades de la cultura del país africano: del bullying infantil Darling toma conciencia por vez primera en Detroit; la obesidad y la anorexia, desconocidos ambos trastornos por la niña hasta verlo en USA; el distinto concepto de sufrimiento en uno y otro lugar: en África sufrir es pasar hambre e incluso morir por su causa, nada que ver con lo que en USA denominan sufrir; la manera de conocer el sexo en uno y otro país; la familia y atención a los mayores en Zimbabue tan distinta a la americana; la educación a los niños aquí y allí; el consumismo feroz frente a la constante escasez; etc.


La novela me ha parecido más una colección de relatos sueltos unidos por un leve hilo conductor que una novela en su pleno sentido. Apareció en 2013 y antes de ella NoViolet Bulawayo sólo había publicado un relato corto en 2011 ganador del Premio Caine para escritores africanos titulado "Hitting Budapest" que está en la base de esta primera obra extensa de la joven escritora zimbabuense afincada desde sus diez u once años en Norteamérica. "Necesitamos nombres nuevos" es una mirada nostálgica a la tierra de sus padres, la de sus antepasados, pero al tiempo también la expresión del convencimiento de haber hecho lo que debía hacer para salir adelante dado que en el país controlado dictatorialmente por el viejo presidente Mugabe no había esperanza de progreso alguno. El hambre era atroz, los abusos de los grupos paramilitares sobre la población blanca acomodada y la clase media productiva negra terribles; precisamente fue la ira contra los antiguos colonos blancos que detentaban los medios de producción y la destrucción de viviendas de la población negra acomodada lo que hizo caer la economía del país a unos niveles ínfimos. Familias como la de la narradora, la niña Darling, hubieron de abandonar sus antiguas casas para vivir en chabolas una existencia terrible. La Revolución se cargó la democracia esperanzadora traída por la independencia. En esta dura contradicción -el amor al país y el odio a sus dirigentes- se mueve la narradora, auténtico trasunto de la novelista.

La novela tiene dos partes claramente definidas: una sucede en Zimbabue y la otra en USA. Da la impresión de que la escritora para dar visibilidad al mundo africano hace uso de cierto maniqueísmo que pone a África en el lado de los buenos frente a América, paradójicamente colocada en el lado de los malos. Es la contradicción eterna, ¡muy entendible!, de quien arrastra el sentimiento del desarraigo y evoca el Paraíso de su niñez, feliz pese a todo, en el país donde nació pero al que no desea volver porque las carencias y maneras de vivir allá chocan ya con su nueva mentalidad.

El capítulo titulado 'Como se marcharon ' (págs. 127-128), que habla de la emigración, está situado justo en la mitad del libro, y sirve de gozne para marcar el inicio de la vida de la narradora en EEUU. Es en mi opinión, junto a los titulados "Cómo vivían " (págs. 204-215 ) y "Esto no es un juego " (págs. 116-126), literariamente hablando, de lo mejor de toda la novela. Es en ese capítulo en el que cuando Darling va a despedirse de su abuela Madre de Huesos ésta le dice unas palabras en mi opinión muy importantes: "qué clase de vida es ésta cuando todos nacéis para marcharos en tropel a otras tierras qué va a ser de este país va a ser una ruina ". En los otros dos capítulos citados hay momentos de verdadera altura literaria, algo que en mi opinión no abunda en esta novela, la cual se centra más en el aspecto denuncia de una situación bastante olvidada por Occidente (la de Zimbabue) y en el emocionado homenaje por parte de la novelista prácticamente ya norteamericana de facto a una cultura en severo peligro de desaparición. Pues bien esos momentos en los que se percibe a la escritora que NoViolet Bulawayo lleva dentro están contenidos en frases como las siguientes:

  • "En América, vimos más comida de la que habíamos visto en toda nuestra vida, y estábamos tan contentos que rebuscábamos en los contenedores de nuestras almas para recuperar los trozos rotos y sucios de Dios. " (p. 205)
  • "Cuando estábamos solos, llamábamos a los caballos de nuestros idiomas, montábamos sobre sus lomos y galopábamos entre los rascacielos. " (p.206)

De interesante hallazgo me parece la metáfora de las casas que se utiliza en la novela para presentar la historia del país vista por cada una de las tres generaciones de mujeres que aparecen en ella: en la perspectiva de Darling, 2 casas: la de ladrillo y la chabola hecha de latas; para la madre de Darling y la tía Fostalina, 3 casas: la casa de antes de la independencia, la de la independencia y la de cuando todo empezó a venirse abajo; y para Madre de Huesos, 4 casas: ' la casa de antes de que los blancos viniesen a apropiarse del país, cuando mandaba un rey; la casa de cuando llegaron los blancos y se apropiaron del país y entonces hubo una guerra; la casa de cuando los negros recuperaron el país, después de la independencia, y luego la casa de ahora ' cuando el presidente anciano tiene sojuzgado al país.

Y sin lugar a dudas también hay un muy buen hacer literario cuando la novelista transfigurada en la niña que es Darling usa los tiempos verbales, el tono narrativo y la sintaxis tal y como hacen los niños pasando del pasado al presente visualizado, vívido, actual, que es propio en ellos:

"Nos apretujamos en la chabola de MadreAmor como granos de arena, y dentro hace un calor sofocante y huele a sudor de adultos y a sobacos y a licor. " (66)

Quizás, como escritora novel que es, NoViolet en esta opera prima peque en exceso de acumular en la misma temas y más temas. Cada capítulo, o sea, cada relato, viene a plantear un asunto referenciado siempre a Zimbabue: el sida, las minas de oro, el black power, el animismo, las ONG, el desencanto tras la consecución de la independencia, el cementerio de Heavenway, etc. Como ya he dicho, un capítulo que me ha gustado especialmente y que marca el cambio en la narradora es ' Como se marcharon' en el que habla de la emigración, asunto importantísimo y emotivo por demás. A partir de aquí, en la parte situada en América, también se acumulan los temas: el bullying escolar (pp.144-145), la obesidad mórbida (p. 148), las bodas de conveniencia para lograr papeles legales de residencia (p. 150), la educación infantil aquí y allí (p. 158), el consumismo (tía Fostalina y sus compras televisivas en p.165), los problemas del emigrante con el idioma (pp. 168-170), internet: el porno y lo snuff (pp. 183-4), la desculturización del emigrado forzoso (capítulo " Cómo vivían " en pp.. 204-215), la anorexia y la bulimia en las chicas jóvenes (228), etc., etc.

Sobrevolando toda esta inmensa acumulación de asuntos aparece uno, el de las mujeres, que se alza por encima de todos. Sí, en efecto, en esta obra, como en otras escritas por escritores africanos como los nigerianos Chimamanda Ngozi Adichie o Teju Cole, queda patente que son las mujeres las que llevan a sus espaldas el destino de África. Los hombres están trabajando en las minas, luchando en grupos militares o paramilitares, o bien como el padre de Darling han emigrado a Sudáfrica en busca de un futuro mejor, se supone, para ellos y sus familias... El caso es que son ellas, las mujeres, las que sacan adelante como pueden a los niños que ellos les hacen (el caso de Chipo es lacerante), las que transmiten el saber ancestral, las que se rebelan contra la exhibición de que son objeto por ese lavado de conciencia que en gran medida son las ONG que los visitan, las que dan el paso y abandonan el país en busca de un futuro mejor que piensan devolverle en cuanto puedan ( Darling), y también las que se quedan cargando sobre ellas el peso de sacar adelante a las personas y las cosas ( Chipo).

Final "
Una novela que como ya me ocurriera con"Americanah" de Chimamanda Ngozi que leímos hace ya más de cuatro años en el grupo de lectura más que palabras..." [crónica de dicha tertulia ] toca temas sensibles muy importantes. Son novelas que funcionan muy bien en tertulias por el debate que los asuntos planteados suscitan. Sin embargo, y con esto no quiero desmerecerlas en absoluto, literariamente -es mi opinión sobre estos dos títulos que conozco- no me aportan grandes cosas aparte del testimonio que difunden, importantísimo en su función socio-política de despertar conciencias dormidas y eliminar los tópicos que en Occidente funcionan sobre África y los africanos. Por lo demás en el terreno formal -y me refiero ya a la novela de NoViolet Bulawayo- es una escritura poco atrevida efectuada en primera persona de manera lineal y siguiendo las equilibradas pautas de construcción literaria que suelen darse en las escuelas de escritura creativa. En este sentido es un buen trabajo, y es esperable que la autora se arriesgue formalmente más en futuras creaciones que por ahora y desde 2013, año en que vio la luz "Necesitamos nombres nuevos", no han aparecido.