Calle San Jacinto 7
29.007 Málaga
Habitación: 510Fecha de entrada: 05/05/2016
Tarifa:
Junto a la zona comercial de la ciudad, justo al lado de dos de las más importantes hermandades de la Semana Santa malagueña, rodeado de otros hoteles de otras cadenas nacionales, Novotel abandera este moderno alojamiento. Cinco plantas en un edificio de líneas rectas y colores grises al que se accede desde una pequeñita calle poco transitada delante de una plaza de la que sale el Cristo de la Buena Muerte el Jueves Santo.
Dos puertas correderas de cristal nos dan acceso a la pequeña recepción. Suelo porcelánico gris oscuro, techos blancos y paredes grisáceas. Allí, al alcance de la vista está todo. La sensación es algo ruidosa porque cuando llegamos aún se está sirviendo el desayuno. Frente a nosotros está el mostrador curvo de recepción, en blanco y con dos puestos de trabajo. El mostrador, que es también mostrador del bar cafetería, aparece lleno de carteles, folletos y mapas. Hacia la izquierda está el comedor del desayuno, en el mismo espacio, por lo que hay un cierto olor a comida desde la entrada. Hacia la derecha en un estrecho pasillo el gimnasio y una zona de vending con varias neveras con helados, bebidas y sandwiches. Música de fondo, quizá demasiado alta y bastante luz, pero también bastante jaleo entre los huéspedes alojados.Tenemos que esperar un poco a que nos atiendan. Hay sólo un recepcionista. Y demasiados clientes llegando y saliendo. Pese a tener la tarjeta Gold de la cadena, el recepcionista tiene que volver a escribir todos nuestros datos del DNI, fotocopiarlo... Todo el tiempo que dedica a la burocracia lo evita en atender. Nos entrega la llave y nos dice el horario del desayuno. Le preguntamos por el wifi que es gratuito en todo el edificio y que funciona con relativa velocidad, algo lenta si se trata de ver vídeo.
Dos ascensores situados junto al mostrador, al lado de una vitrina con distintos productos de moda a la venta, nos llevan a las habitaciones. Modernos, luminosos, con espejos en las tres paredes y con mucha publicidad de la cadena sólo funcionan si introducimos la tarjeta de la habitación, para garantizar la seguridad y privacidad del alojamiento.
Tras abrirse las puertas llegamos a un pasillo en forma de L en el que encontramos las habitaciones. Moqueta azul con toques amarillos, demasiado clásica desentona con el resto de decoración. Paredes grises como las puertas y marcos de madera. Al fondo del pasillo una ventana a la calle que ilumina el corredor con luz natural, aunque la luz artificial, algo fría, ilumina, quizá demasiado, el ambiente.
Las generosas ventanas con vistas a la calle trasera llenan de luz la habitación, luz que se incrementa con los visillos blancos que cubren toda la pared, y con los que separan esta zona de estar del dormitorio y el resto del baño. Por delante de los visillos podemos correr un foscurit de color gris metalizado que permite amortiguar la luz durante la noche hasta conseguir la oscuridad total. La insonorización exterior, no es mala, pero tampoco excelente y escuchamos las voces de algunos grupos de jóvenes que se divierten por allí. Con la interior ocurre lo mismo y se oyen los pasos por el pasillo y los golpes de las puertas de las habitaciones cercanas. El aire acondicionado que se maneja desde un display sencillo situado junto a la cama no tiene la función auto, ni tampoco la opción, por mucha rueda que tenga, de manejar la temperatura a nuestro antojo. Ponemos 30 grados para tratar de subir la temperatura, pero el aire que sale no es caliente. Algo ruidoso para dormir con él encendido.
La zona de dormitorio destaca por el blanco. Visillos blancos para separar esa zona de la zona de estar, visillos blancos en las ventanas, unas estanterías blancas (donde hay un secador de pelo potente), mesillas blancas, cama blanca y un cabecero de piel en tono rosáceo. La cama es cómoda, sin más. Quizá algo baja. Ofrece una lencería correcta y cuatro almohadas de distintas durezas, espesores y tamaños. En las mesillas hay dos lámparas modernas de lectura direccionable. En una de las mesillas hay interruptores de luz suficientes para apagar todas las luces de la habitación. En general la luz es algo fría, excepto cuando dejamos sólo las de lectura. Junto a los interruptores, un enchufe para el móvil. Una extensión de la mesilla hace las veces de maletero con un cojín de color morado encima. Un mosquito -o varios- se empachan durante la noche con nuestras piernas.
Por la mañana, el desayuno es algo cortito en el surtido, en la cantidad y en el servicio: zumo de naranja, pavo, jamón, tomate y atún, algunas variantes de queso, fruta cortada, cereales, pan y bollería -crujiente y recién hecha-. Para el café hay unas jarras de café filtrado tipo americano y una máquina de café expreso no demasiado malo. En la mesa no hay nada y tenemos que coger platos, cubiertos, servilletas y azúcar por nuestra cuenta.
En la recepción al irnos todo rápido. Ni preguntan por el minibar, ni tampoco por el descanso. Nos vamos.
Calidad/precio:
Servicio: 8.5
Ambiente:
Habitación: 6.5
Baño: 8.5
Estado de conservación: 6
Desayuno: 5
Valoración General: 7