Leí este libro por la autora, Annabel Pitcher, que es la misma que escribió Mi hermana vive sobre la repisa de la chimenea (reseña). Esperaba un libro diferente, íntimo y desgarrador, y eso he obtenido, aunque si tengo que compararlos, su ópera prima gana por goleada, pero por algo dicen que las comparaciones son odiosas.
En Nubes de Kétchup la protagonista y voz narradora es Zoe, una adolescente que empieza a escribirle cartas a un preso en el corredor de la muerte. Comparte con él su más turbio secreto: que ella también ha matado a alguien. Poco a poco, le va explicando lo que sucedió el último año de su vida, hasta llegar a ese momento, casi al final, en el que explican algo que ya sabes desde el principio: alguien va a morir. La cuestión es quién y cómo. Paralelamente a esto, de vez en cuando se intercalan pasajes del presente de Zoe, y reconozco que al principio me liaba un poco con algunas cosas, hasta que le pillé el punto a lo que era pasado, lo que le contaba al preso, y su presente. Quizá es que yo estaba particularmente espesa cuando lo leí, quizá influyó no leerlo del tirón, o quizá, simplemente, es que la narración da pie a liarse. Sea lo que sea, si algo destaco del libro, son los personajes. Ya me encantó la familia disfuncional de Mi hermana vive… , y esta no se queda atrás. Zoe tiene dos hermanas pequeñas (una más pequeña, que ya es la caña total), y aunque la mediana es un poco… extraña, también tiene sus momentos geniales. Pero es la pequeña la que brilla con luz propia, una niña sorda capaz de hacerse oír sin necesidad de hablar. También destaco de esta autora que, además de saber crear buenos personajes, sabe jugar con las relaciones entre ellos. Los momentos de tensión, atracción o como lo queráis llamar, de Zoe con cierto chico son brillantes. Pese a lo mucho que me gustaron tantas cosas, este libro no ha terminado de calarme, de hacerme soltar la lagrimita. Es una historia muy dura, no lo discuto, pero entre que me perdía en la narración y que no entendía por qué Zoe le cuenta según qué cosas al presidiario…, no ha terminado de llegarme en ese sentido. He disfrutado mucho leyendo, especialmente las partes más alegres (que no son pocas), y he tenido sonrisa boba en gran parte del libro, pero el final, cuando cuenta la muerte del chico, no me transmitió tanto. Y lo que pasa después, el funeral, y eso… tampoco. Pero bueno, de todas formas es un libro bastante recomendable, aunque no sea una lectura, para mi gusto, redonda. Esta autora, si sigue por este camino, tiene una brillante carrera por delante. Veremos con qué más nos sorprende. ¡¡Visita mi blog y déjame un comentario!!