Así, en este número, continuamos la aventura del número anterior que servía como introducción para el clásico Gorila Grodd, y nos encontramos con las versiones modernizadas del Capitán Frío (que ya había salido en el anterior número), el Amo de los Espejos, el Brujo del Clima, Ola de Calor, Trickster y el Flautista, en lo que supone la primera reunión de los Villanos desde el reboot. Sin embargo, parece que los guiones de Manapul y Buccellatto se han contagiado del espíritu de la velocidad que transmite el personaje, y en este tercer tomo de la colección, parece como si las historias hubieran sido disparadas y volasen a toda velocidad. Si el tomo anterior acababa con la promesa de que Grodd había llegado para traernos una buena historia, el final es tan apresurado y poco creíble que la sensación que transmite es la de que el personaje se ha desaprovechado. Nada más concluir la aventura de Grodd, el vértigo llega ya a un límite extremo, y es que la aventura en la que Flash se enfrenta al Brujo del Clima, convertido aquí en parte de una familia de narcotraficantes, parece haberse escrito a la carrera, y vemos sólo pinceladas de una historia que, sin llegar a ser compleja, sí se hace poco comprensible, y es que aunque quizá en otra circunstancia el lanzamiento de una historia in media res puede ser un buen resultado, en este caso en concreto parece como si nos faltara parte del camino a recorrer.
Tras estos números, el equipo creativo de Flash se mete de lleno en el conflicto entre los propios Villanos, que parecen dispu
Sobre el aspecto gráfico del libro, nada nuevo en el horizonte. DC ha encontrado en Marcus To un complemento adecuado al estilo de Manapul, siendo los dos bastante semejantes en cuanto a trazo, narrativa y estilo. Lo cierto es que si el guión va a trompicones, el dibujo al menos se deja ver, aunque la verdad es que yo echo de menos algo de espectacularidad en las viñetas de estos dibujantes.
En fin. Esperemos que el Velocista Escarlata corra muy deprisa y mejore, cuanto más, mejor para todos.