Azzarello continúa aquí la historia que comenzó en los números anteriores, y sigue planteando lo ocurrido tras la muerte (¿desaparición?) de Zeus después de que este, genio y figura hasta la sepultura, sedujera y dejará embarazada a una mortal, Zola, lo que despertaría las iras de su esposa (¿viuda?), Hera. En el tomo anterior vimos las consecuencias de la muerte de Zeus en lo relacionado con su vida conyugal, pero Azzarello ha decidido seguir explorando las consecuencias de la muerte del dios del Rayo en su peculiar cosmogonía. Y es que según la mitología clásica, después de que Zeus, Poseidon y Hades derrotaran a su padre, Cronos, se repartirían los tres reinos del mundo. Zeus gobernaría el más importante de todos, los cielos, mientras que Poseidon conseguiría el dominio de los mares, y Hades se convertiría en señor del Inframundo, el reino de los muertos.
Este reparto, pactado hace milenios, se ve roto por la muerte de Zeus, y por supuesto, nuestra Amazona favorita, tiene que
Con este planteamiento, Azzarello y Chiang desarrollan los cuatro números que componen este nuevo tomo, y que como ocurre con el anterior, se leen en un auténtico suspiro, y de nuevo, la historia sigue siendo interesante. Las ideas estéticas del dúo sobre los dioses son realmente rompedoras (la imagen de Hades es tremenda), y Poseidon, Hades, Hefestos y Eros se unen a las reversiones que ya habíamos visto de Hera, Ares y Hermes. La historia equilibra acción con trama, y desde luego, algunos giros argumentales sorprendentes que demuestran que Azzarello le está dando a Wonder Woman y a los dioses griegos unas trazas de lo más … retorcidas. Se ve que ha pillado el espíritu clásico, que no eran precisamente simpáticos.
En fin, la serie va despacio… aunque el final de este tomo da un buen golpe de efecto que apunta que el siguiente debería tener más contenido. ¡A ver qué tal!