La democracia es un sistema que permite derribar/cambiar gobiernos y facilita la elección y sustitución de responsables parlamentarios y gubernamentales, por tanto permite el cambio de élites administrativas, legislativas y ejecutivas. Por supuesto, en este sistema, como en cualquier otro, en cualquier país y cualquier tiempo, las leyes, formas de gobierno, organización social, etc. no se construyen al margen de la correlación de fuerzas entre los diversos poderes, sean económicos, sociales, políticos, religiosos, militares… El sistema que tenemos podría ser más útil si ante cada fallo del mismo intentáramos resolverlo con actuaciones concretas aquí y ahora, sin apartarlo metiéndolo en el saco de los sueños con improbable solución en un futuro utópico. La historia ha demostrado que los problemas que tenían las sociedades no fueron resueltos en aquellas utopías instaladas que se derrumbaron estrepitosamente.
La democracia no elimina los problemas, es absurdo juzgar un sistema por esta ilusión religiosa de la vida, tampoco garantiza que la solución aplicada a situaciones problemáticas sea la personalizada de usted. Ese parece ser el único baremo por el cual algunas personas juzgan el nivel de democracia, parecen decir que si se ajusta a su particular visión e intereses será democrático y dejará de serlo al alejarse de sus postulados, cuando precisamente la existencia escandalosa de diferentes y contrarios es una de las muestras de democracia. Al contrario que en otros sistemas, en éste, los problemas afloran con facilidad, lo cual a veces puede agobiar a las personas porque siempre habrá cuestiones sobre la mesa que puede llegar a desesperar. Las contradicciones no suelen esconderse o taparse como en dictaduras, lo que permite discutirlas socialmente y buscar salidas colectivas antes de que revienten. Al mismo tiempo permite a diversos grupos y colectivos diferentes convivir en espacios comunes, sin encarcelar a disidentes, llevarlos a campos de concentración, o eliminar a los adversarios/enemigos.
Dicho lo anterior, está claro que en España tenemos montones de problemas, mi lista particular es extensa, como la suya, hay problemas estratégicos, gravísimos, importantes,… o adjetivados con los calificativos proporcionados por cada cual, afectan a millones de personas, algunos arrastrados desde hace tiempo, lo cual no invalida que esta democracia sea de calidad similar a la de los países europeos más importantes, en donde seguro encontrará otra relación de problemas. En muchos casos los problemas irresueltos, como la existencia de muertos en las cunetas, son losas que arrastramos y afectan a la desafección de muchos españoles, lo cual dificulta la identificación de los individuos distintos en un espacio común necesario para resolver muchos otros asuntos. Ese espacio podría definirse con los valores constitucionales y democráticos de los últimos cuarenta años, aceptarse como el marco del patriotismo democrático, mínimo común denominador, para al menos buscar salidas a las dificultades que mejoraran la situación actual.
La cuestión es que el desánimo aumentó enormemente, se extendió tras la crisis de 2008, con razones causadas por la gran debacle económica que afectó a millones de españoles marginados, precarizados y desplazados a la pobreza relativa. El desanimo aumentó por la crisis política que acompañó a la económica dañando profundamente formas de debate y representación y por la crisis institucional consecuencia de ambas. No es propósito de este trabajo desarrollar estos aspectos de crisis, tratados por mí en cientos de páginas que pueden encontrar enlazadas en ‘Arian seis’, aquí se pretende facilitar elementos genéricos de nuestra democracia española comparables con el resto de países del mundo, datos cuyo contraste con otros países pretenden ayudar a ver el contexto en que nos movemos, ver el conjunto global ayudaría a perder complejos.
Situar la racionalidad por encima de las emociones es un primer paso para asumir la propia realidad, indispensable para intentar proyectar caminos comunes de convivencia. En ese sentido preferir lo ajeno a lo propio, simplemente porque no lo tenemos, es un error que aleja las soluciones. Creerse que los otros países son mejores, o que han disfrutado de una historia más limpia que la nuestra, es una insensatez. Podemos ver algunos ejemplos de lo anterior: está ampliamente extendido por el tema de la secesión catalana, que en otros países hay mayor democracia porque se acepta la autodeterminación, lo cual es falso, ninguna constitución del mundo lo contempla, y aquel país que lo hizo, la URSS, aplicaba los tanques a quienes pretendieran ejercitarla, como hizo en Hungría y Checoslovaquia.
Recientemente ponen como ejemplo de democracia al Reino Unido, por haber negociado el referéndum sobre Escocia, -miopinión sobre el asunto- sin pararse a pensar en otros aspectos, como que allí no tienen un texto constitucional, que fueron naciones independientes que mediante pacto formaron el Reino Unido, o que Escocia actualmente tiene muchas menos atribuciones de autonomía como sujeto político que Cataluña,… http://arian-seis.blogspot.com/2012/10/independencia-7-acuerdo-sobre-escocia-e.html
En todo caso, para el tema que nos ocupa de adjudicar mayor calidad democrática a los vecinos, la ilusión de que los otros son mejores que nosotros, esa percepción ilusoria suele basarse en un solo elemento aislado, aunque conviene observar el conjunto de aspectos inherentes a ese país supuestamente ejemplar; aquello es una monarquía igual que la española, -la Corona Británica es poseedora de una de las mayores fortunas del planeta-, tienen un sistema electoral que da todo el poder a quien más votos saca, anulando al resto de partidos y votantes, a los que arrincona y aleja de la representación; imaginen que en Madrid ganara el PP las elecciones, el resto de partidos no tendría ninguna representación, no parece aquello más democrático que reconocer una diversidad en la representación proporcional respecto a los votos; en el Reino Unido sigue existiendo la Cámara de los Lores, vieja reliquia del pasado, cuya representación es altamente hereditaria, lo cual no parece más democrático que elegirlos mediante votación… Sin olvidar sus largos años de intervención militar en Irlanda. Sin olvidar sus largos años de intervención militar en Irlanda.
El cuadro del inicio procede de Bloomberg, que publica el 24 de febrero su informe: ‘These Are the World's HealthiestNations’. ‘Estas son las naciones más sanas del mundo’. Por Lee J Miller and Wei Lu. La democracia española ha sido capaz de construir un espacio que acepta comparaciones con el resto del mundo, y de las que sale bien parada.