Esmeralda García Ramírez
“Nuestra fe en vivo” es un programa del canal Red de Televisión de la Palabra Eterna o EWTN (cadena de TV estadounidense que emite durante todo el día una programación de temática católica), cuyo conductor es el mexicano Pepe Alonso, radicado en los EE.UU. desde hace más de treinta años, ahora ciudadano estadounidense. Según dice la página en internet de este canal “el programa presenta diversos temas relacionados con la fe, la familia y la iglesia, incluyendo las noticas católicas de mayor relevancia”. Sin embargo, no es así, este programa tiene un corte proyanqui, su conductor usa este espacio para manipular los acontecimientos que ocurren en el mundo, utiliza eso que llama “fe” para maniobrar o imponer su criterio neoliberal, o dicho de otra manera, su percepción antisocialista, anticomunista, a los televidentes, aprovechándose de un dogma o una creencia religiosa que manifiestan éstos. Después del famoso llamado del 23 de febrero de 2019, fecha en que las fuerzas opositoras ultraderechistas e imperialistas se habían propuesto dar un Golpe de Estado al presidente legítimo Nicolás Maduro, coordinado por Juan Guaidó y dirigido por Donald Trump, el cual fue destruido por el pueblo y la Fuerza Armada Nacional, el Sr. Alonso tenía en su programa como invitado al cura venezolano Víctor Salomón, perteneciente a los Sacerdotes Operarios Diocesanos, radicado también en los EE.UU. y duro crítico del “régimen de Maduro”, quien ha manifestado que solo faltan las bombas para tumbar al sucesor de Chávez. “En su fe”, cada uno criticó la “quema de las unidades ocurridas en la frontera con Colombia, que según ellos estaban cargadas de medicamentos y comida. Repudiaron la permanencia de Maduro en el poder por ser “ilegítima”, apoyaron abiertamente a su “presidente interino” Guaidó, por lo que instaron a que en Venezuela debe haber una intervención militar. Así mismo rechazaron el proyecto socialista bolivariano e hicieron un llamado a “la minoría chavista” venezolana para que ayuden a la transición del país, que éstas serán acogidas como las ovejas perdidas, porque están confundidas y que en el “reino de Dios” serán aceptados, porque este sector está equivocado. Algo así como que ellos tienen la razón por estar más cerca de su dios y los chavistas por ser ignorantes, por su falta de fe, no tendrán eso del “reino de Dios”.
El tema es propicio en la celebración de la “Semana Mayor o Santa”, puesto que el nacimiento del cristianismo estuvo y está motivado por la convicción de que si no se adoraba al Dios único, en muy poco tiempo iba a llegar el fin del mundo. Los hipócritas de los hombres vestidos de Sotanás impusieron este terror después de que hace más de dos mil años, ellos junto a los judíos entregaron al hombre que revolucionó la historia del mundo, a nuestro hermano mayor que con sus acciones y palabras nos enseñó el sistema más humano que debe prevalecer en este plano: el comunismo, así se escandalicen o no los seguidores falsos de Guaidó, los que van a los ritos a pedir que maten a los chavistas, los fanáticos religiosos que creen que solo ellos tienen la razón porque “tienen fe”, incluso se perturben o no los propios chavistas que creen que la religión católica es el fin que justificará el medio para cambiar el éter. Bajo ésta fórmula seguirán todos dominados, atrapados y controlados por la mente, pero sobre todo por el espíritu. Llevamos siglos viviendo y rigiéndonos por una colección de mentiras. Alonso y Salomón, Baltazar Porras, Mario Moronta, José Azuaje, entre otros, son parte de las farsas que se tejieron durante siglos, que usaron la fe de los incautos como un arma para causar temor a un dios inexistente, hasta hoy día que siguen llevando nuestra fe en vivo como un control para hacerse en el poder política y económicamente. Recordemos como llevaron la fe los hombres de negro cuando llegaron a la América: por “servir a Dios, a su majestad y también por haber riquezas”. La iglesia no se hizo rogar para dar carácter sagrado a la conquista de las tierras incógnitas del otro lado del mar que llevaban a cabo los europeos, como cuenta Eduardo Galeano en su famosa obra “Las venas abiertas de América Latina”. La invasión de los españoles se combinó perfectamente con la propagación de la fe cristiana con la usurpación y el saqueo de nuestras riquezas. Con el oro, plata y demás piedras preciosas que nos robaron hicieron una iglesia al lado de la otra, no solo en este continente sino en el europeo, para que las iglesias pudieran alcanzar las “riquezas del cielo”. Nuestras riquezas fueron su mayor fe para seguir aumentando su poder adquisitivo e imponer reyes y sistemas a su medida, mientras que la biblia su mejor instrumento para adoctrinar a una civilización que desconocía este tipo de sometimientos. A los indios, negros, mulatos, zambos, se les consideró bestias sin alma, por ende sus costumbres ofensas para dios, no solo por parte de la iglesia sino por los grandes intelectuales de la época, a tal punto de considerarlos demasiados bajos en la escala de la humanidad para “recibir la fe”. Antes de que los negros cruzaran el Atlántico, los portugueses los bautizaban, tenían que asistir a misa, pero se les tenía prohibido entrar a la capilla mayor, sentarse en los bancos y al lado de sus amos.
La fe de los sotanás dos mil años después no ha cambiado para nada: le rinden culto a un hombre que ellos mismos crucificaron, así es tal su consciencia que siguen exhibiendo sus procesiones de masoquismo colectivo, arrastrando sus cruces, rindiendo culto a la propia muerte, a la aniquilación de la vida, esperando en su “fe” la resurrección que ellos saben que nunca llegará, porque la vida es eterna, nuestro espíritu nunca muere, y Jesús ha renacido en diferentes cuerpos como la más maravillosa obra de vida que nos corresponde por ser Uno con el Todo, así lo expresa Jairo Vargas en su libro “El encuentro como ladrón en la oscuridad”. Para la iglesia católica, para los inteligentes de la derecha venezolana y el imperio, los chavistas somos los indios, los negros, los expulsados del Nuevo Mundo, los seres sin alma, por tener ideas distintas a ellos, por creer en un sistema humanista distinto al que ellos defienden y del cual son parte, por eso nos quieren quitar todo nuestros recursos a través de métodos inquisidores como los usados en la conquista. No es casualidad que la iglesia bendiga a quienes han quemado personas como ellos lo hicieron en la inquisición; no es coincidencia que hoy insten al imperio que bombardeen al pueblo de Bolívar o que se genere una guerra civil, porque Venezuela es la pregonera de la libertad y la justicia, tal como apoyaron al imperio español; tampoco es una insistencia pedirle a quienes consideran una minoría que se retracten y se encaminen en la fe como otrora lo hicieran con los esclavos, porque somos seres sin alma que no deberíamos existir. Nada es casual, la historia se repite cinco siglos después porque son los mismos demonios ansiosos de controlar la oscuridad contra el mismo pueblo que dominaron, pero que hoy está más despierto que nunca, con más luz consciente vestidos de dignidad, de coraje, de resistencia; pero sobre todo con el linaje del hombre que libertó más allá a un pueblo de la esclavitud, nos liberó de la peor barbarie genocida espiritual que en conjunto lideraban la iglesia y el poder español. Aún falta mucho por entender este transitar, algunos camaradas revolucionarios están confundidos y aún duermen en esos costados de la iglesia como hipnotizados, abrazados en esa fe muerta que les impusieron; no obstante, el camino del despertar es éste, solo que debemos seguir unidos por una misma causa y es la Verdad, porque solo la Verdad nos hará libres.
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