NUESTRA IGLESIA ES UNA FAMILIA QUE QUIERE VIVIR LA NUEVA EVANGELIZACIÓN Testimonio de Lydia Jiménez, directora de las Cruzadas de Santa María, auditora en el Sínodo

Por Joseantoniobenito

NUESTRA IGLESIA ES UNA FAMILIA QUE QUIERE VIVIR LA NUEVA EVANGELIZACIÓN

Testimonio de Lydia Jiménez, directora de las Cruzadas de Santa María, auditora en el Sínodo

Lleno hasta la bandera, sí; así estuvo el Salón Principal del Instituto Riva Agüero para participar este lunes 1 de febrero 7 p.m en la CONFERENCIA: UNA AUDITORA EN EL SÍNODO PARA LA NUEVA EVANGELIZACIÓN de doña Lydia Jiménez, Directora general de las Cruzadas de Santa María, quien fue una de los 49 auditores invitados por el Papa Benedicto XVI, el pasado mes de octubre.

Tras la breve presentación por parte de quien fuese directora del Instituto, Dra. Margarita Guerra, la conferencista invitada se refirió emocionada al "gesto de humildad y valentía" del Papa, quien este mismo día presentó su misión en razón de su quebrada salud. Enseguida, doña Lydia explicó el significado del sínodo como órgano colegiado, y la alta estima que le había dado el Pontífice actual que había convocado cinco en siete años. Con palabras sencillas, precisas, didácticas y testimoniales nos adentró en los mil y un detalles de esta asamblea consultiva convocada por el Papa para analizar un tema general (Palabra de Dios en la Iglesia, Nueva Evangelización y transmisión de la fe) o un ámbito particular (Africa, Oriente Medio, Asia).

Los aspectos que más impresionaron a la Dra. Jiménez fue la entrañable figura del Papa quien participó a lo largo del mes en la mayoría de las sesiones sinodales, unas veces escuchando, orando, comentando, disertando; que la Iglesia es una familia como reveló el aspecto que cada día celebraban los cumpleaños y santos de los participantes, la fluida convivencia; la profunda comunión de todos a pesar de los distintos lenguajes y acentos, en un ambiente totalmente libre (jerarquía pero en democracia) que llevó a elaborar 348 propuestas de las que se aprobaron 58.

Seguidamente se refirió a la actitud de conversión en coherencia y santidad por parte de los evangelizadores, para lo que se proclamaron dos nuevos doctores de la Iglesia (San Juan de Ávila y Santa Hildegarda) y 7 nuevos santos, un Evangelio sin páginas arrancas, una Iglesia que rece, que administra los sacramentos, especialmente el de la confesión.

En cuanto a la temática central destacó el valor dado a la familia, la formación de los jóvenes, la catequesis sobre el matrimonio cristiano desmarcándose de la ideología de género. En segundo lugar, el compromiso con la catequesis valorando el Catecismo de la Iglesia Católica (o el compendio). En tercero, el rol de los laicos -de manera especial los miembros de Institutos Seculares- dentro de la iglesia, no tanto "ratones de sacristía" sino inmersos en el mundo, en medio de las realidades temporales. Por último, los desafíos de la juventud, como manifestó un auditor catequista de 23 años quien habló con sencillez y valentía urgiendo a los obispos a una evangelización radical, centrada en Cristo.

En la última parte se nos habló de las cualidades del evangelizador: Valiente y sin respetos humanos; cultivar la fidelidad perseverante afectiva y efectiva; la urgencia por volver a anunciar el Evangelio en los nuevos areópagos, en el alma a alma, el tú a tú, haciendo amigos; la nueva evangelización no necesita contenidos nuevos, necesita un método renovado, un lenguaje adecuado; sobre todo, la alegría, la que brota de Cristo, vida eterna, aunque sufra pero encontrando un sentido en la cruz salvífica.

Del interés manifestado en la conferencia habla a las claras las numerosas preguntas que fueron respondidas de modo certero y dinámico. Sucedió al interpelarle sobre la presencia de María en el sínodo y contestar con gozo la fuerza que se sintió por considerarla la Puerta de la Fe y la Estrella de la Nueva Evangelización, especialmente en Guadalupe y América. De igual modo, al hablar de la identidad católica de los centros escolares, que fue el tema que compartió en el propio sínodo y del que nos hizo una síntesis centrada en el testimonio de los docentes, la educación integral (incidiendo en la formación de la voluntad y de la afectividad), la práctica religiosa (rescatando el valor central de la capilla y la Eucaristía), la atención a los fundadores como pilares del carisma fundacional y el desafío de la fidelidad creativa. Tampoco obvió el tema controvertido de los desafíos de la Iglesia frente a los rápidos cambios, especialmente entre los jóvenes, para los que marcó sendas de luz en su proyecto de vida y el plan divino para cada uno, recoméndandoles un discernimiento vocacional.

La doctora Guerra, en nombre de la nutrida concurrencia, agradeció vivamente la ilustrada y vivencial conferencia que fue culminada con fuertes palmas.