Quizá fue que llevábamos demasiados días debajo de las nubes, pero las sesiones en Madrid, Alicante, Cartagena y Murcia envueltas en un clima casi primaveral fueron fantásticas. Como fantásticos fueron los desayunos, comidas y cenas que compartí con grandísimos amigos y mejores personas. Gracias a todos.
Terminando esta semana no podemos dejar de mirar de reojo a la próxima, que se presenta durilla: Sevilla, Madrid, La Granja de San Ildefonso, otra vez Madrid y terminar en Barcelona. Pero abriremos la semana en casa, celebrando San Valentín, el día de los enamorados.
Ayer cené con un amigo que acaba de separarse de su segunda pareja. Me decía que se separó de la primera porque otra mujer se cruzó en su camino, dejó de querer a la primera y deseaba con todo su corazón a la segunda. Y con la segunda le había pasado lo mismo. Una tercera se cruzó en su camino. Queremos lo imposible y cuando empieza a ser posible, dejamos de quererlo. Ya Marcial, el poeta bilbilitano, escribía a principios de nuestra era: "Me persigues, huyo; huyes, te persigo. Ese es mi carácter: no quiero tu atención, quiero tu rechazo".
Cuentan los clásicos que en origen los humanos éramos seres dobles: con dos sexos, cuatro brazos, cuatro piernas y dos cabezas. Nos gustaba movernos deprisa y por eso andábamos a volteretas usando nuestras piernas y brazos, ocho en total. Al ser dobles nuestras fuerzas eran prodigiosas y nos volvimos arrogantes. Un día desafiamos a los dioses y Zeus como castigo nos cortó a cada uno en dos partes. Estiró nuestra piel y la enredó cerrándola en lo que ahora es el ombligo.
Desde entonces nos sentimos incompletos. Lo que nos falta, nos duele. Cuando encontramos a otra persona en la que vemos nuestra mitad perdida nos abrazamos a ella para recordar cómo nos sentíamos uno solo al principio.
¿Qué vas a hacer a partir de este San Valentín para encontrar en esa persona que tienes a tu lado "tu mitad perdida"?