NUESTRA SEÑORA DE LA EVANGELIZACIÓN en el RETABLO DE LA CONCEPCIÓN de la Catedral de Lima: descrito por el P. San Cristóbal

Por Joseantoniobenito

Ante el interés suscitado, les comparto datos de la imagen y del retablo

NUESTRA SEÑORA DE LA EVANGELIZACIÓN

La imagen de Nuestra Señora de la Evangelización fue obsequiada a la recién creada diócesis de Lima por el Emperador Carlos V de España, alrededor del año 1540. Ubicada en el retablo mayor de la primera Catedral, la imagen de Nuestra Señora de la Evangelización recibió el culto de los grandes santos peruanos y presidió los célebres Concilios Limenses, de modo particular el tercero, que tanta importancia tuvo para profundizar la primera evangelización de parte importante de América Latina. Ante ella fue depositada, en medio de gran fiesta, la primera rosa florecida en la ciudad por el primer Obispo de la diócesis, Fray Jerónimo de Loayza. La venerada imagen presidió la vida de la Iglesia arquidiocesana de Lima, que tuvo tanta importancia en la difusión del Evangelio desde Nicaragua hasta el Cabo de Hornos.

Se trata de una imagen flamenca –Concepción o del Rosario- obra del escultor Roque de Balduque. Con la reforma del presbítero Matías Maestro fueron suprimidos todos los retablos barrocos por el arte nuevo neoclásico. La imagen de la Virgen que había estado siempre en el altar mayor de la catedral la pintó de blanco. Ante Ella fue entonado el Te Deum con motivo de la Independencia Nacional en 1821.

Monseñor Alberto Branzzini, al ser ordenado como obispo, pidió al Cardenal Landázuri que le concediese como regalo bajar la Virgen del Altar Mayor para ver una posible restauración. Se pidió asesoría al Director del INC, Dr. Luis Enrique Tord. La restauración llevó tres años y logró devolver a la imagen su esplendor original. Fue colocada en el altar del Santísimo Sacramento en la Catedral de Lima, donde recibe el culto de los fieles.

En 1985, durante su primera visita al Perú, el Papa Juan Pablo II la coronó solemnemente, consagrándole la nación; y tres años después, con ocasión del Congreso Eucarístico y Mariano de los países Boliviarianos, el Santo Padre la honró de forma extraordinaria al concederle la Rosa de Oro.

El Cabildo metropolitano honra diariamente a Nuestra Señora de la Evangelización con una Misa celebrada en su capilla, donde los fieles reciben la Eucaristía, rezándose a continuación el Santo Rosario y las Letanías Marianas del III Concilio Limense, atribuidas a Santo Toribio de Mogrovejo, patrono del Episcopado latinoamericano.

Acto de Consagración a la Virgen de la Evangelización Juan Pablo en la Catedral de Lima, 14 de mayo de 1988

¡Dios te salve, María, llena de gracia, Madre de Misericordia! Te damos gracias porque nos has dado el fruto bendito de tu vientre, Cristo Jesús, autor de nuestra salvación.

Tú, Madre y protectora de este pueblo, nos has acompañado a través de la historia, siendo su Maestra en la fe, en la esperanza y en el amor: muéstranos ahora a Jesús, presentándonos el ejemplo de su vida e intercediendo por nosotros.

En esta hora de gracia y bendición para el Perú, deseamos reafirmar nuestra fe en Cristo Eucaristía, Camino, Verdad y Vida, cuya palabra queremos acoger en nuestro corazón como Tú la acogiste, de modo que, renovados por la Eucaristía y la Palabra, podamos edificar todos unidos la ansiada Civilización del Amor.

"¡Nuestra Señora de la Evangelización!". Madre de la Buena Nueva, sabemos que el camino es arduo; esta tierra gloriosa, cuna de santos, se ve ahora afligida por la violencia y la muerte, por la pobreza y la injusticia, por una honda crisis familiar fruto del olvido de la Ley del Señor, por ideologías que intentan vaciar de contenido su fe cristiana.

Por eso queremos ofrendar a Ti todo el pueblo de Dios que peregrina en Perú y poner cerca de tu Corazón de Madre:

A los Pastores de la Iglesia, para que sigan siendo valientes maestros de la Verdad, defensores de la dignidad de sus hermanos, constructores de la unidad.

A los sacerdotes, para que cada vez más conscientes de su vinculación con el único mediador, Cristo Jesús, prolonguen su presencia en las comunidades, siendo fieles dispensadores de los misterios de Dios.

A las personas consagradas, para que por el fiel seguimiento de los consejos evangélicos se dediquen intensamente a Dios como a su amor supremo, sean signo preclaro de la Iglesia, y presencia de tu Hijo en el mundo.

A todos los laicos, para que fieles a su bautismo y guiados por el Espíritu Santo sean verdadero testimonio del Evangelio y lo anuncien con su vida.

A los hogares cristianos, para que como verdaderas iglesias domésticas, sean auténticos santuarios donde se viva la fe, la esperanza y la caridad, donde florezca la fidelidad, la obediencia filial, el amor mutuo.

A los jóvenes, para que tengan el valor de brindar todas sus energías en construir un nuevo Perú donde se viva sin temor el espíritu de las bienaventuranzas del Reino.

A los pobres, ancianos, enfermos, a las víctimas de la injusticia y la violencia, a los que están llevando la cruz de la Pasión de tu Hijo, para que encuentren consuelo en su fe, fortaleza en su esperanza, ayuda solidaria y fraterna en todos sus hermanos.

A los responsables del gobierno de la Nación y a los que rigen la sociedad, para que con rectitud y entrega generosa conduzcan el pueblo del Perú por caminos de justicia y libertad en convivencia pacífica.

Madre y Señora nuestra, acoge con amor esta ofrenda de tus hijos y bendice esta amada tierra con los dones de la reconciliación y la paz.

¡Oh clementísima, oh piadosa, oh dulce Virgen María!"

RETABLO DE LA CONCEPCIÓN: NUESTRA SEÑORA DE LA EVANGELIZACIÓN

Concurren en el retablo catedralicio de La Limpia Concepción algunas circunstancias que nos mueven a dedicarles un estudio especial. Es uno de los pocos retablos del siglo XVII que se conservan en Lima y es el único de los suntuosos retablos de La Catedral descritos por Echave y Assú que todavía subsiste; su mérito artístico se acrecienta por la similitud de sus columnas con las de la portada principal de San Francisco; y algunos estudiosos, como Bernales Ballesteros, insisten hasta nuestros propios días  en atribuir este retablo a un tal Carlos Pavía, ciertamente inexistente, y en datarlo hacia 1670. Por mi parte, e estudiado la historia del retablo y publicado los documentos inéditos y desconocidos referentes a su contratación  en el número 15 de la revista  Historia y Cultura del Museo de la Nacional de Historia; pero como se trata de una publicación  especializada de no fácil acceso, conviene que otros lectores conozcan las investigaciones acerca de retablo.

Se firmó el concierto notarial para su entallamiento el día 17 de junio de 1654 ante el escribano Marcelo Antonio de Figueroa entre el ensamblador Asensio de Salas y los representantes del Cabildo metropolitano don Basco de Contreras Valverde y el licenciado Antonio Rico. El retablo se había de entregar a lo blanco por el precio de 9.500 pesos de a ocho reales- aunque se aceptaba la posibilidad de mejorar su traza  introduciendo “demasías” a condición que no pase de quinientos pesos”, dejándolo a “elección del dicho Pedro de Noguera”. No contiene el concierto la descripción del retablo, como acaecía en otras ocasiones, pero se declara en la primera condición “que este retablo se ha de hacer y ejecutar conforme a la traza que el dicho Asensio de Salas hizo susorreferida”.

Nos consta efectivamente que Asensio de Salas cumplió con entallar el retablo de la capilla catedralicia de La Limpia Concepción por el testimonio de las dos anotaciones marginales añadidas al concierto. En la primera de ellas, Fray Diego Maroto y Fray Luis de Espinoza del Orden del Señor San Francisco “maestro arquitecto” tasaron las demasías” o mejoras introducidas por Asensio de Salas; y en la segunda, el ensamblador Salas otorgó carta de pago por los 10.000 pesos que importaban la hechura y las demasías del retablo. De este modo quedan fehacientemente documentados el autor y la cronología del hermosos retablo catedralicio. Lo de este indocumentado Carlos Pavía no pasa de se una información errónea propuesta por Vargas Ugarte sin respaldo alguno de archivo, ni cita documentaria que la avale. No existió en todo el siglo XVII limeño ningún ensamblador d retablos de ese nombre.

Ayudan en gran manera a identificar el retablo tallado por Salas las descripciones que anotaron los tasadores. En una de ellas leemos: más es demasía la obra que está en los tercios de doce columnas que están en el primer cuerpo revestidas de serafines paños y fruteros y de las misma forma en las cuatro columnas grandes del segundo cuerpo”. Aunque habían de ser medias columnas, se hicieron de fuste redondo entero; y el número de doce corresponde a tres en cada uno de los cuatro ejes: dos menores retrasadas y la central más alta y gruesa adelantada. Los “serafines paños y fruteros” son los adornos tallados sobre el fuste, similares a los que empleó Pedro de Noguera en la sillería del coro de La Catedral. Esta misma disposición de tres columnas por eje y los mismos adornos de marionetas reaparecen en la portada principal de San Francisco en 1672; pero para entonces ya había fallecido Asensio de Salas muerto en 1669.

La disposición de tres columnas por eje confiere notable volumen a los retablos ensamblados por Asensio de Salas; a diferencia de los retablos de una columna por eje que son de frente plano. El mismo esquema volumétrico de tres columnas en cada eje se repite no sólo en San Francisco sino también en la portada principal de San Agustín. Algunos retablos cuzqueños de mediados del siglo XVII y las portadas de Ayavari y Asillo acogen el mismo sistema volumétrico, aunque carecen de los adornos de caras y fruteros superpuestos en el fuste del retablo.

El retablo entregado a lo blanco por Asensio de Salas fue dorado por el maestro dorador Francisco Vásquez en el precio de 5.500 pesos de a ocho reales. De nuevo volvió a ser dorado en 1696 por el maestro Jacinto Mincha por el precio de 4.500 pesos. Se recubrió posteriormente el retablo con una capa tosca de pintura gris, bajo la cual se adviertan los dorados del siglo XVII. Es posible que esta pintura haya salvado el retablo de la feroz destrucción cumplida por el fanático Matías Maestro contra los retablos barrocos.

Reconocemos que no todo el retablo actual corresponde a lo realizado por Asensio de Salas; lo cual no tiene nada de extraño, ya que con alguna frecuencia se introdujeron modificaciones posteriores en algunos retablos antiguos. El terremoto de 1687 dañó gravemente las bóvedas de la capilla de La Limpia Concepción, hasta el punto de que fue necesario rehacerlas, para locuaz tuvieron  que desmontar el retablo. Se encargo de esta operación el ensamblador Diego de Aguirre, a quien pagaron algunos reparos menores.

El retablo original de Salas debía llevar lienzos de pintura en las entrecalles laterales; pero ahora ocupan esos espacios unas tablas talladas de medio relieve. En los libros de cuentas catedralicios de 1696 figuran algunos pagos al escultor Francisco Martínez “a cuenta de los dos tableros demedia talla que está haciendo para el retablo de la Purísima Concepción”. Otros tableros tallados que allí aparecen pueden  proceder de algún retablo antiguo desmantelado.

Toda la calle central del retablo entre los cuatro ejes de columnas de a tres en uno no parece corresponder  al diseño usual en el siglo XVII; y por consiguiente puede ser considerada como una modificación posterior. Defiere de la obra de Salas no sólo por el estilo del diseño, sino también por la calidad del tallado  de la madera. Acaso con ocasión de esas reformas, durante el siglo XVIII o el XIX se aplicó la pintura gris a todo el retablo dorado.

El problema del autor de la portada de San Francisco no puede ser desvinculado de la historia del retablo de La Limpia Concepción. El franciscano Fray Luis de Espinoza “maestro de arquitectura” fue amigo y hombre de confianza de Asensio de Salas con quien aparece vinculado en otros conciertos notariales para ensamblar retablos. En estas relaciones de amistad entre Salas y el franciscano maestro de arquitectura pudo haber sido proyectada la traza para la portada principal de San Francisco. Pero de lo que no cabe la menor duda histórica es que el retablo de La Catedral no es contemporáneo de la portada principal de San Francisco, sino que la precede aproximadamente en veinte años. Cuando se talló la portada franciscana ya había caído en desuso el estilo de las columnas empleadas por Asensio de Salas en sus retablos de mediados del siglo XVII; por los años de 1672 comenzaron a usarse las columnas salomónicas que Salas no llegó  a incorporar en ninguno de sus retablos. Fray Cristóbal Caballero, continuador del retablo mayor para la iglesia del Monasterio de Santísima Trinidad, dejado inconcluso por Asensio de Salas, urgía a las monjas a que le pagaran porque con el tiempo podía valer menos, sin duda a causa del cambio de estilo que entonces reiniciaba para las columnas.

P. Antonio San Cristóbal