Nuestra Señora
de la Evangelización
"Si hay una ciudad en el mundo en donde la Virgen Merezca recibir una rosa, esa ciudad es Lima" manifestó S.S. Juan Pablo II antes de iniciar su segundo viaje a la que
fue llamada La Ciudad de los Reyes
Fue el equivalente a Roma ya por su importancia histórica, por ser sede de virreyes, obispos y oidores y por su influencia política y cultural. De ahí partieron las principales expediciones conquistadoras, hacia allí comenzaron a dirigirse importantes individuos del imperio español y en ella vendrían al mundo individuos notables, santos y sabios. Célebre fueron su arte y arquitectura trasuntados en la magnificencia de sus templos, mansiones y palacios, de ahí el nombre con el que pronto pasaría a la historia: "la Ciudad de los Reyes".
La civilización hispánica
Los primeros años de Lima estuvieron marcados por la constante llegada de peninsulares y una guerra civil entre Francisco Pizarro y Diego de Almagro que retardó temporalmente la conquista. De todas maneras, la afluencia de riquezas provenientes del disgregado imperio incaico, era constante y el naciente progreso y embarque de las mismas en el incipiente puerto de El Callao una de las principales actividades del naciente territorio. Evangelizar tan vasto territorio era un desafío y a ello se aprestaron los religiosos que España envió detrás de sus capitanes, para llevar la Palabra y las enseñanzas de Cristo a los pueblos más apartados de la región.
Obsequio del emperador
El 4 de mayo de 1541 el Papa Paulo III creó la Diócesis de los Reyes, con sede en Lima, que abarcaba los actuales territorios de Perú, Ecuador y partes del Brasil, dependientes hasta ese momento del Obispado de Cuzco. Seis años después, el 16 de noviembre de 1547, la ciudad fue promovida a Arzobispado, con lo que su importancia creció considerablemente. Para una de esas dos fechas (los historiadores no se ponen de acuerdo), el emperador Carlos I de España, el monarca más poderoso de la Tierra, envió como obsequio una hermosa imagen de Nuestra Señora del Rosario, obra del escultor flamenco Roque de Balduque.
Los Arzobispos
El valioso obsequio, posiblemente la primera imagen de auténtico valor escultórico de la Santa Madre llegada a América del Sur, fue colocado en el Altar Mayor de la primera catedral limeña, para ser venerada por los primeros pobladores de la región. Ante ella hincaron sus rodillas los bravos capitanes hispanos antes de emprender sus expediciones y el arzobispo fray Jerónimo de Loayza, depositó la primera rosa florecida en la ciudad, en el marco de una fastuosa celebración.. La imagen presidió los importantes Concilios de Lima de 1551, 1567 y 1583, destacando especialmente el último por haber fijado los contenidos, las formas y los métodos de la evangelización de América y elaborado el célebre Catecismo, Doctrina Cristiana y Confesionario para Indios publicado en lenguas castellana, quechua y aymará.
Patrona de Lima
A Nuestra Señora de la Evangelización elevaron sus plegarias Santo Toribio Alfonso de Mogrovejo, San Francisco Solano, San Martín de Porres y Santa Rosa de Lima. Posteriormente fue pintada de gris, para hacer juego con el resto del altar pero para fortuna de la posteridad, notables artesanos le devolvieron su belleza original, la misma que luce hasta el día de hoy.
A ella también dirigieron sus plegarias los virreyes y los nobles de la ciudad y el 28 de julio de 1821 se celebró frente a su imagen el Te Deum de la Independencia del Perú, con la presencia del general José de San Martín y su estado mayor.
El 1 de febrero de 1985 S.S. Juan Pablo II coronó solemnemente a la Virgen y en su segundo viaje, el 14 de mayo de 1988, le consagró toda la nación, ofreciéndole la distinción pontificia de la Rosa de Oro que hoy luce en su mano. Cuatro años después se le impuso el título de Nuestra Señora de la Evangelización y posteriormente se la declaró Patrona de Lima, celebrándose su día el 14 de mayo de cada año.