Cuando me quedé embarazada ya habíamos decidido que nuestro hijo dormiría con nosotros, con la cuna a mi lado. Lo del mismo dormitorio no sólo era porque nos parece lo normal, sino también porque nuestro piso sólo tiene un dormitorio así que no quedaba más remedio.
Estando de unos ocho meses preparamos su cuna, la más bonita, la más confortable, todo para que nuestro pequeño ser durmiera como un rey en ella cada noche y allí estaba, a mi lado de la cama, y cada noche la miraba vacía imaginando y soñando en el momento de ver a mi hijo dentro, tan pequeño, tan frágil…acariciaba mi vientre mientas le decía a mi pequeño lo poco que le faltaba para estar ahí…. Nunca dudé de que si en algún momento le apetecía dormir con nosotros le dejaríamos, pero en un principio dormiría allí.
Pero mi marido no lo tenía tan claro, y no porque no le apeteciera, muchas noches hablamos sobre el tema y él sentía miedo de meterlo tan pequeño en la cama, ente los dos, pues pensaba que podríamos hacerle daño, aplastarlo…y pensaba que no se atrevería.
Lo más interesante es que ambos, de pequeños y hasta bien creciditos, hemos dormido con nuestros padres. Él con su madre y yo con mis padres, en la misma cama bastantes años, mi madre me dormía cada noche mientras me cantaba montones de canciones… (el problema era cuando acababa cantando con ella yo también…jeje) y luego en una cama al lado de mi padre, al que cogía la mano cada noche para poder conciliar el sueño. Y así hasta bien mayorcita y no me avergüenzo de ello, me siento muy feliz de haber podido tenerlos cada noche mientras los necesité.
Como ya sabéis los que habéis leído mi parto, mi hijo nació después de un parto inducido porque además de ser enorme, yo tenía una fisura en la bolsa y tenía un ILA bastante bajo. Estuve ingresada en el hospital desde el sábado a primera hora de la mañana hasta el martes siguiente por la tarde, el trabajo de parto, por culpa de la dichosa oxitocina, fue bastante duro y cuando nació mi hijo yo ya no era ni persona, estaba totalmente agotada.
Mi hijo nació a las siete y media de la tarde, la primera noche, a pesar del agotamiento, no pude dormir mucho, mi hijo no terminaba de engancharse bien al pecho izquierdo y después de pasarme mil veces al niño para que mamara decidí pasarlo conmigo directamente a la cama y allí se quedó el resto de la noche, a mi lado, como un lechoncito enganchado a la teta de su mamá, bien pegaditos, piel con piel, hasta que por fin aprendió a prenderse bien al pecho. Sin darme cuenta, mi hijo había dormido toda la noche al lado de su mamá y de su papá, que durmió como pudo en el sillón a nuestro lado. Habíamos colechado por primera vez.
La segunda noche ingresados fue igual, solo que esta vez dormimos mucho mejor y pudimos descansar un poco más, mi hijo ya era todo un campeón mamando y ambos nos dormíamos mientras lo amamantaba.
Y por fin llegó el día del alta, por fin nos íbamos a casa y no veíamos el momento de llegar para poder descansar de verdad, por muy bien que te traten en el hospital nunca descansas como necesitas.
A la tarde nos dieron el alta y llegamos a casa. Lo primero que hicimos fue tirarnos en la cama…¿y nuestro hijo?, pues acostado entre los dos…simplemente no pensamos, sino que actuamos guiados por nuestro instinto, y este nos decía que ese pequeño ser indefenso nos necesitaba cerca, necesitaba nuestro calor y ese era su lugar.Desde ese día supimos que ya no saldría de allí.
Poco después y cegada por ser madre primeriza a la que bombardeaban con miles de historias negativas a cerca de dormir con nuestros hijos, intenté que mi hijo durmiera en su cuna, eso sí, nunca lo dejé dormirse solo, él se dormía con el pecho y luego lo pasaba con cuidado a la cuna, no pensaba permitir que mi hijo se quedara solito en su cuna mientras yo salía y lo dejaba allí, eso nunca, por mucho que me dijeran.
Pero mi hijo se despertaba cada hora necesitándome y necesitando su teta, así que al final optaba por pasarlo a la cama para darle el pecho sin tener que levantarme y para poder dormir. Poco a poco nuestra cama se fue convirtiendo en la cama de los tres y la cuna fue pasando a ser un sitio donde poner juguetes y ropita cuando no se usaba y un lugar seguro de juegos donde poner a mi hijo durante el día.
Aún así, por aquel entonces me obsesionaba un poco el tema de que los niños tenían que estar durmiendo a las nueve de la noches, los horarios era algo que me preocupaban y eso hacía que pasara algunas noches hora tras hora intentando dormir al niño con teta y nanas aunque no hubiera manera. Esto estaba provocando un gran estrés no solo a mi sino también en mi relación con mi marido, pues muchas noches tenía que cenar solo mientras yo intentaba dormir al pequeño o me esperaba para cenar, al final la cena fría, cenar rápido y sin tiempo para nosotros, eso no podía seguir así.
Pero pronto eso también cambió. Dejé de obsesionarme con los horarios y dejar que mi hijo decidiera cuando irse a la cama. Si necesitaba dormir más por la mañana no había problema, es más, a mi me vendría genial para poder descansar un poco más… así que desde entonces acostábamos a mi hijo cuando veíamos que tenía sueño o, en algunos casos, cuando nos acostábamos nosotros.
Desde entonces toda nuestra rutina de sueño cambió para mejor. Nuestro hijo dormía con nosotros, entre papá y mamá y a veces al lado de mamá, se dormía cuando realmente tenía sueño y no cuando a nosotros nos apetecía. Desde entonces dormimos muchísimo mejor los tres y mi hijo mama cuando quiere y si se despierta nos siente cerca. Cuando nuestra economía nos lo permitió y después de mucho ahorrar compramos una cama de 150 donde pudimos dormir los tres de maravilla.Mi hijo ya no sufre viéndose obligado a dormir cuando no tenía sueño y se siente seguro entre sus papás. Esto consiguió hacernos mucho más felices.
Hace unos tres meses y coincidiendo con la llegada del calor, nos llevamos una sorpresa, mi hijo se fue él solito a dormir a la cuna. Primero tomó teta hasta que le entró sueño y luego se marchó a la cuna, se acomodó y se durmió. Os confieso que no supe qué pensar, si alegrarme o apenarme, y es que, como ha hemos escuchado a montones de padres, cuando nuestros hijos deciden dormir solos, (que por mucho que nos intenten vender lo contrario llega ese momento) sentimos pena de no tenerlo ya con nosotros cada noche.
Es obvio que dormirnos, no mejor, pero sí más cómodos físicamente y más espaciosos, mi espalda ha mejorado un poco y descansamos bien, pero le echamos de menos y mucho.
Él sabe que puede venir a la cama siempre que lo necesite y de hecho cada noche lo hace siempre que quiere teta o simplemente se despierta y necesita sentirnos para volver a conciliar el sueño. Una vez que se duerme, se gira y vuelve a la cuna…Cuando se siente malito duerme con nosotros toda la noche y eso nos tranquiliza a todos.
Con respecto al sexo y a pesar de que siempre nos decían que ya no sería lo mismo, que ya nunca más podríamos durmiendo con él, nunca dejó de existir, desde que nació. El sexo no tiene ni un lugar fijo, ni un día, ni una hora…por tanto hemos podido tenerlo siempre que nos ha apetecido, y si nos apetecía estando él durmiendo en la cama o bien nos íbamos a otro sitio o lo pasaba con cuidado a la cuna y asunto arreglado. Como veis, este esotro bulo del colecho, si quieres seguir teniendo relaciones con tu pareja puedes, no pongamos a nuestros hijos como excusa…
A día de hoy, mi hijo tiene diecisiete meses y ya duerme en la cuna. Es un enorme gusto para mí decirles a todos esos que nos dijeron en su día que no sabíamos lo que hacíamos, que nunca saldría de nuestra cama, que se acababa el sexo desde ese instante y que nunca más dormiríamos del tirón y que lo estábamos malcriando, que se equivocaron. Mi hijo no tiene ni año y medio y desde los catorce meses decidió irse a dormir a la cuna por propia voluntad, porque sabe que puede volver siempre que lo necesite y porque tiene la tranquilidad de que nos tiene ahí a su lado.
Las siestas las sigue haciendo en la cama, ¿se puede estar más agusto? :D
Nosotros hemos dormido muy a gusto con nuestro hijo, mucho más tranquilos que dejándolo al otro lado de la casa en una habitación solo y a oscuras. Nuestra lactancia ha sido y sigue siendo maravillosa gracias a que por la noche puede mamar todo cuanto desee y necesite y esto, además, nos ayuda a mi hijo y a mí a conciliar el sueño y que este sea mucho más reparador.
Así que no me vuelvan a venir con que el colecho es malo y perjudicial, con que malacostumbramos a nuestros hijos dejándolos dormir con nosotros, que los estamos malcriando, que nunca saldrán de nuestra cama, que nunca nos lbraremos de ellos pues, desgraciadamente, un día ya no querrán dormir aneustro lado, que les abrazamos mientras duermen y que le cantemos nanas, que los durmamos con el calor de nuestro pecho y con nuestra leche. Que no me vengan con que no sabemos lo que hacemos colechando, pues nunca hemos tenido nada tan claro. Porque todo son ventajas y así ha quedado demostrado.Para nuestra familia el colecho, junto con la lactancia materna, son los dos mayores actos de amor y cariño que existen dentro de la maternidad. Simplemente es algo natural y como tal nos dejamos llevar por el instinto. Lo hemos disfrutado muchísimo y a veces lo echamos mucho de menos aunque estamos orgullosos de nuestro hijo y de haberlo metido en la cama desde el primer instante, pues eso ha hecho de él un niño seguro de si mismo y de nosotros, que sabe elegir lo que quiere y necesita en cada momento.
No tengo la experiencia contraria, habrá mucho niños que sean felices durmiendo en su cuna, no lo pongo en duda, pero para nuestra familia el colecho ha sido y es una de las mejores experiencias de nuestra vida.