Las oportunidades de realizar coaching son cada vez más amplias, entrenamientos de todo tipo y para todas las edades existen y se abren paso poco a poco en una sociedad que vive anclada entre el escepticismo y la resignación, son sólo unos pocos, cada vez más inmensa minoría, los que se arman de valor, coraje y determinación y deciden coger el volante de sus vidas con ambas manos para dirigirse hacia sus objetivos. Y deciden ponerse en manos de un coach. Entrenamiento que en la inmensa mayoría de los casos tiene una clara directriz enfocada en nuestra mente, en ser conscientes del control tan absoluto que hemos dado a nuestra mente por encima del resto de todo nuestro cuerpo. Como animales racionales y sociales hemos olvidado por completo a nuestro eterno compañero de viaje y que nos da la vida, nuestro cuerpo.
El coaching con recursos artísticos tiene su base, su cimiento en la importancia de tomar consciencia de nuestro cuerpo, conocerlo, escucharlo, hablarle, respetarlo, amarlo, y así un largo etc. Dentro de las Artes Escénicas los actores somos plenamente conscientes de poder llegar a la esencia del conocimiento de nuestro cuerpo para poder crear un proceso de trabajo coherente de principio a fin y sólo así podremos sumar el aprendizaje del texto para poder en el escenario transmitir al espectador una partitura técnicamente perfecta en el "aquí y ahora", haciendo llegar un mensaje coherente desde el inicio hasta el final.
La coherencia es quizás el concepto más estimado por el artista y el que hace que su trabajo sea distinguido por el público, el espectador es inteligente y saber apreciar a un buen profesional de uno malo. Esa pequeña y sutil diferencia se encuentra entre otras en la coherencia del trabajo de investigación al que se somete el actor para la construcción del personaje, una investigación sobre el cuerpo, su lenguaje y emociones, que es la esencia de esa magia que se transmite desde el escenario. Esta afinidad entre actor y espectador es posible porque más allá de las palabras está la expresión emocional del cuerpo del actor que está dando el soporte a lo que su boca habla, en cuanto este proceso cae, el público desconecta.
Las emociones, todas las personas, estamos más que acostumbrados a hablarlas, pero ¿qué pasa cuando la ignorancia cognitiva no da expresión a la inmensa bola de nieve que está creando nuestra mente internamente?, en muchos de los casos surge la emoción de la ira, el orgullo, la animalidad, surgen los estados bajos del ser humano, ante la impotencia que tiene nuestro ego, que es mental, de poder aceptar su propia incapacidad de comunicación. Para evitar situaciones desagradables que sólo dejan nuestra barca sin remos y a la deriva en este mar del ego, las Artes Escénicas se empeñan en estudiar nuestro cuerpo conscientes de que sólo un conocimiento interno exhaustivo de nosotros mismos, es el mejor camino para mantenernos lo más equilibrados posible.