Ahora venden como ergonómicas unas mochilas portabebes que no lo son, por favor, mucho cuidado con eso. Siempre preguntar a una asesora de Porteo, recomiendo a Portakanguritos.
Como ya os conté aquí, el fular elástico lo usamos cómodamente durante dos meses y, a petición de Papá Fúturo, nos pusimos a buscar mochila.
La verdad es que hice un trabajo de investigación curioso, no sé cuántas mochilas pude llegar a comparar, pero sí recuerdo porqué elegí la Boba 4G.
Se acercaba el verano y tenía ganas de portear bastante, así que había que tener presente el calor. Y que durara el máximo tiempo posible. La elegí por ser la más fresquita y, en parte también, la más bonita.
Ahora con perspectiva estoy segura que no podría haber elegido otra mejor. La verdad es que hace poco una amiga cuya hija tiene una edad parecida a mi hijo y se compró una Manduca ya se ha tenido que pasar a una Toddler y si ella no me hubiera hablado de ello, yo no conocería su existencia.
Las Toddler son mochilas ergonómicas para bebés cuya mochila no llega de corva a corva. Suelen ser para bebés mayores de un año y hasta que el cuerpo aguante.
Pero mi mochila Boba 4G tiene una particularidad, ¡tiene estribos! En su momento me parecía un complemento curioso que me imaginaba la tenían todas las mochilas, pero hoy en día me parece imprescindible y sólo la tiene la Boba 4G.
¿Por qué? Porque, a pesar de no llegar la base de la mochila de corva a corva, respeta la postura ranita que necesita para estar cómodo. Se pueden regular en altura, por lo que nos queda mochila para rato y con suerte puedo ahorrarme una Toddler (que no es por nada, pero entre una cosa y otra, ya me he gastado el sueldo de un mes en cosas de porteo).
Desde el principio ambos nos hemos sentido muy cómodos con la mochila. Aunque haya que ponerle el acople de recién nacido, a Bebé Fúturo se le veía muy contento en general, por lo que nos encantaba portearle. A Papá Fúturo le causaba alguna molestia en la espalda, pero creo que no se lo ajusta bien.
En verano nos resultó bastante molesto porque el calor de ese año no era ni medio normal. Demasiado calor (por ello me pasé a una bandolera).
Ahora porteamos muchísimo a la espalda, sobre todo desde hace un mes. Él ya sabe lo que tiene que hacer cuando le llevo a la espalda y yo he perdido todo el miedo de ponerlo y quitarlo de ahí. Incluso el otro día que fuimos a una cafetería los de la mesa de al lado tenían la cara perfectamente expresiva, decían claramente: “Se le va a caer y no le importa, qué cachiporrazo se va a meter el crío, pero cómo puede ser tan bestia la madre”. Mientras tanto, Bebé Fúturo super divertido con la experiencia.