Nuestro preocupante -e ineludible- destino

Por Javier Martínez Gracia @JaviMgracia
  John Wallis fue un matemático, filósofo, musicólogo y profesor universitario inglés del siglo XVIII, amigo de Newton y a quien se atribuye en parte el desarrollo del cálculo moderno. Fue quien introdujo la utilización del símbolo para representar la noción de infinito. En una noche de insomnio se puso a calcular mentalmente la raíz cuadrada de un número de 40 cifras. Al día siguiente, recordó su certero cálculo y lo anotó.

M. C. Escher: "La banda de Moebius"

    Nuestros insomnios son uno de los cauces preferidos para que por ellos discurran nuestras preocupaciones. Las preocupaciones son, por su parte, los motivos que acuden a la llamada de nuestra angustia primordial, con el cometido de aportarle un contenido. Nuestra angustia primordial es el sentimiento que acompaña y expresa a nuestra constitutiva insignificancia y vulnerabilidad, que trajimos con nosotros al entrar en este mundo. Nuestra insignificancia es la palanca que utilizamos para dedicar nuestra vida a encontrar para ella un significado, un sentido, y así contrarrestar el temible sentimiento de angustia. Y cerrando el círculo: o nos hacemos budistas y conseguimos instalarnos en el nirvana y la indolencia o aceptamos que las preocupaciones son el molde que ha de permitir que nuestra vida adquiera su forma y su sentido. No es nuestro destino vivir tranquilos. Nuestras capacidades son la cifra de nuestra inquietud. Gracias a que John Wallis no se permitía cosas como poder dormir hasta encontrar la raíz cuadrada de números de cuarenta cifras, quedaron sentadas las bases del cálculo moderno.