Nuestro siempre piropeado río Manzanares

Publicado el 03 julio 2015 por Tetodelgado @RutasPorMadrid

Vista de Madrid, de Anton Van der Wyngaerde (1562)

Nuestro siempre piropeado río Manzanares

A pesar de la riqueza de sus aguas, la ciudad de Madrid nunca ha podido jactarse de que por sus tierras discurriese un río tan caudaloso como el de otras capitales europeas. Conocido hasta el siglo XVI como Guadarrama, cuando cambió su nombre por el de Manzanares, por nacer en tierras pertenecientes al señorío de Manzanares el Real, siempre se ha caracterizado por su bajo caudal. Sin embargo, alguna que otra vez tuvo crecidas, como las sufridas en el siglo XV, que dieron nombre a alguna calle madrileña.

Sea como sea, a lo largo de la historia el Manzanares ha recibido multitud de piropos referentes a su caudal. A continuación podéis leer algunos de ellos.

Tirso de Molina

El monje mercedario comparó en su Oda al río Manzanares el curso del río con el universitario:

Como Alcalá y Salamanca
tenéis, y no sois colegio,
vacaciones en verano
y sólo curso en invierno.

Félix Lope de Vega

El gran poeta le dedicó los siguientes versos:

Manzanares, Manzanares,
arroyo, aprendiz de río,
platicante de Jarama,
buena pesca de maridos…
y aunque un arroyo sin bríos
os lave el pie diligente,
tenéis un hermoso puente
con esperanza de río.

El puente al que se refiere el poeta es al de Segovia, obra del arquitecto Juan de Herrera. De hecho, cuando el poeta fue invitado por el corregidor a la inauguración del puente, y se le pidió opinión sobre él, dijo: “No voy a dar una opinión, sino un consejo, señor corregidor: que la Villa de Madrid, una de dos, se compre un río o venda el puente”. Imaginaos la reacción de los allí congregados…

Luis de Góngora

El cordobés no se quedó atrás piropeando a nuestro río. Lo hizo, por ejemplo, en este poema:

Duéleme de ese puente, Manzanares:
mira que dice por ahí la gente
que no eres río para medio puente
y que eres un río para treinta mares.

Francisco de Quevedo

Francisco de Quevedo, siempre tan ingenioso, también se refirió a nuestro río en los siguientes poemas:

Tiéneme del sol la llama
tan chupado y tan sorbido
que se mueren de sed
las ranas y los mosquitos.

Más agua trae en un jarro
cualquier cuartillero de vino
de la taberna, que lleva
con todo su argamandijo.

Otros piropos de literatos y visitantes

No sólo estos gigantes de las letras hicieron mofa y befa de nuestro río. Conocemos algunos comentarios de diplomáticos, ilustres visitantes y literatos. Entre estos últimos, destacamos a Ventura de la Vega, quien dijo que si en Madrid llovía, el río pediría a gritos un paraguas (no fuera a ser que se mojase). También el francés Alejandro Dumas, autor de Los tres mosqueteros, quien residió un tiempo en Madird, afirmó que no podía escribir nada sobre nuestro río simplemente porque no consiguió verlo nunca. No sólo eso. Se dice que un día, muerto de sed, pidió a un aguador un vaso de agua del cual sólo bebió la mitad… ¡dejando la otra para que la echase al Manzanares!

Entre los ilustres visitantes, la condesa francesa de D’Aulnoy dijo que en los meses de junio y julio el cauce estaba tan seco que los madrileños hacían carreras de carruajes ¡de hasta dos mil participantes! (la condesa fue un poco exagerada; quizás unos mil hubiera sido más acertado). Por último, el embajador alemán Rhebiner, como buen diplomático, tuvo palabras alegres para el Manzanares. Afirmó que era el mejor río de Europa, ya que tenía la ventaja de ser navegable tanto en coche como a caballo…