Nueva beata aguchita, corazón sinodal en la selva del perú

Por Joseantoniobenito

NUEVA BEATA AGUCHITA, CORAZÓN SINODAL EN LA SELVA DEL PERÚ

José Antonio Benito

Gracias a la nueva beata mártir Aguchita, el centro poblado de La Florida, del distrito de Perené, provincia de Chanchamayo, región Junín, parroquia de Nuestra Señora de la Asunción de Puerto Yurinaki, vicariato de San Ramón, en el Perú, se convirtió el sábado 7 de mayo del 2022 en la capital del mundo católico; así lo reconoció al día siguiente, domingo 8, fiesta del Buen Pastor, Jornada de oración por las vocaciones, tras el rezo del Regina Coeli:

Ayer en San Ramón (Perú) fue beatificada María Agustina Rivas López, llamada Aguchita, religiosa de la Congregación de Nuestra Señora de la Caridad del Buen Pastor, asesinada por odio a la fe en 1990. Esta heroica misionera, incluso sabiendo que arriesgaba la vida, permaneció siempre cerca de los pobres, especialmente de las mujeres indígenas y campesinas, testimoniando el Evangelio de la justicia y de la paz. Que su ejemplo pueda suscitar en todos el deseo de servir a Cristo con fidelidad y valentía. Un aplauso a la nueva Beata"[1]

Ha sido la tercera beatificación en nuestra tierra peruana, jornada realmente histórica e inolvidable, tras la de Sor Ana de los Ángeles, el 2 de febrero de 1985 en Arequipa por Juan Pablo II y la de Miguel Tomaszek, Zbigniew Strzalkowski y Alessandro Dordi el 5 de diciembre del 2015 en Chimbote por el Cardenal Angelo Amato.

He podido participar de lleno en la vigilia del viernes 6, en San Ramón, y en la misa de beatificación en La Florida del sábado 7. A pesar de la dificultad de acceso, a mí me ha supuesto 12 horas de transporte desde Lima, miles de fieles se han acercado desde los más diversos lugares del Perú, especialmente desde los rincones más apartados del vicariato.

En mi condición de fiel católico, historiador y reportero de Radio María y PAX TV, he tenido la oportunidad de entrevistar a varios de los protagonistas -Monseñor Salvador Piñeiro, arzobispo de Ayacucho, Su Eminencia Cardenal Baltazar Porras, familiares de Aguchita, hermanas de la congregación del Buen Pastor, sacerdotes del vicariato, voluntarios, pintor del cuadro, músicos, animadores…y gozar de primera mano del acontecimiento único -celebrativo- de la glorificación de uno de los hijos de la Madre Iglesia. ¡Por todo lo alto! En el recóndito y humilde poblado de la Selva central, montañoso, pródigo en productos tropicales como café, cacao, achiote, palta, yuca y plátano.

La periferia se ha convertido en centro, el pobre en bienaventurado, la cruz en luz, la muerte en vida. Aguchita ha creado lazos, tendido puentes, forjado familia. Ha transitado las tres regiones del Perú, nacida en Coracora, sierra ayacuchana, se acrisoló en Lima, costa, y se donó definitivamente en la selva. Tanto en la vigilia preparatoria como en la ceremonia de beatificación sentí el abrazo maternal de Aguchita como recipiente testamentario del Buen Pastor de que "sean uno para que el mundo crea". Su sangre martirial ha sido el rocío fraternal de su familia natural -hoy repartido por medio mundo-, religiosa - Hermanas del Buen Pastor -en varios continentes-, misionera -universal- que ha alegrado la vida de todos los participantes: desde los obispos, sacerdotes, religiosos y religiosas, laicos, familias, pobladores; parroquias y movimientos; la iglesia local y la universal; todos la sentíamos muy nuestra, por su sencillez, por su sonrisa, por su entrega servicial, por su santidad. La percibía como la encarnación de la discípula y misionera que evangeliza con gozo, la santa de la puerta de al lado, la referente del Papa Francisco para responder a los desafíos de un mundo globalizado y roto. Ella, desde el anonimato, en el amor cotidiano, escondido y oferente, en magníficat permanente, es la respuesta que necesita el mundo en guerra y el Perú en crisis.

Gracias a nuestra Hermana Aguchita, la iglesia local brinda a la iglesia universal, a todo el mundo, lo mejor de sí, el tesoro siempre antiguo y siempre renovado y fresco de la santidad que supera toda división y mezquindad. Su gran legado es dar vida al patrimonio y reto de la iglesia de nuestro tiempo: la sinodalidad. Ella nos ha ayudado a caminar juntos, a dar lo mejor de sí para compartirlo con el mundo.

Gracias parroquia y vicariato de san Ramón con las comisiones de organización, comunidad de Hermanas del buen Pastor con todos los grupos colaboradores, REPAM… por tan formidable acogida, brindando hospedaje, comida y puntual orientación a los de lejos y de cerca. Como en los congresos misioneros, jornadas mundiales de la juventud, cada peregrino ha recibido de modo gratuito su bolsa-mochila con su gorra, cancionero, mascarilla, botella de agua y alcohol, programa…así como la facilidad para el transporte… y de vuelta para nuestras casas con libro, reliquia, estampa; luz, pasión, desborde; para seguir viviendo tras las huellas del Buen Pastor al estilo de Aguchita, en nuestro ambiente…para florecer donde Dios nos planta, al igual que nuestra nueva Beata en La Florida, hasta dar la vida.

Es el momento de saborear, hacer digestión, asimilar, aplicar, multiplicar, convirtiendo por amor lo ordinario en extraordinario. Y como nos recordó Monseñor Miguel Cabrejos al pedirnos oraciones por nuevas vocaciones: así sea, amén.

Tan sólo me ha quedado una sombra, una pena, una desazón… ¿Por qué los medios "civiles", "públicos" en general no lo publican? ¿Por qué tanto silencio, tanta indiferencia? ¿Por qué tanto interés en las "malas" noticias de la permanente corrupción, el morbo, el ruido? Decía Unamuno que la palabra vana es del tiempo, el silencio de la eternidad. Y Aguchita nos grita y alecciona para hacer realidad el sueño de Francisco en la "querida Amazonía", el Perú y la Humanidad entera.

Como nos alienta el Grupo musical Siembra: "Aguchita, va, perfumando el viento, su vida da, anunciando a Cristo, ternuras da, muy cobijadita, entre pobres va". Basta de lamentarse, fuera las quejas, sobran los espectadores, vamos allá, todos a una, en familia, en comunión, de modo sinodal, que "Aguchita va". Hagamos vida lo que ella rezaba cada día: "Señor, que ves, que puedes, haz de tu miserable, lo que tú quieras". Hagamos nuestra la oración propuesta para su canonización:

Oración ¡Oh Dios! Tú que infundiste en la Beata María Agustina, la virtud de vivir fiel hasta el martirio, testificando el amor, la misericordia, la paz, la justicia y el cuidado de la creación, haz que sepamos imitar su ejemplo de vida, humildad y sencillez. Que por su intercesión podamos alcanzar la gracia del pastoreo ejemplar al servicio de los más vulnerables. Por Cristo, nuestro Señor. Amén



[1] https://www.vatican.va/content/francesco/es/angelus/2022/documents/20220508-regina-caeli.html.