El otro día me estaba preguntando porqué tenía tantas ganas de hacer un comentario sobre el documental “Living in the Material World” sobre George Harrison filmado por Martin Scorsese. En esta ocasión dejo de lado los comentarios técnicos e incluso la objetividad porque no estamos ante un gran documental, no reinventa la rueda, ni agrega nada nuevo a una figura altamente conocida. Es simplemente la historia de uno de los personajes públicos que más llaman mi atención. Una de esas personas que creían que en la vida “existe algo más que esto”. Me conmueve su profunda espiritualidad llena de contradicciones si se quiere -al estar tan apegado a este mundo material del cual siempre trató de desprenderse-.
Claro que fue un tremendo músico y muestra de cómo ser un gran guitarrista sin llegar a ser virtuoso. Pero también se trata de un formato cinematográfico sobre el que no había profundizado, porque qué es un documental biográfico sino el buscar el legado de una persona a través de sus amigos. Consiste en revisar lo que, en efecto, dejaste en el mundo. Y es por esto que también me sirve como excusa para razonar sobre una de las mejores y más importantes cosas de la vida: los amigos.
“Living in the Material World” recorre la vida de esta figura trascendental para la música, sea su trabajo de tu gusto o no, desde el inicio de los Beatles hasta su muerte en 2001. Y cuando se trata de los amigos que participan en esta cinta, se pueden encontrar los testimonios de gente como Ravi Shankar, Eric Clapton, del cinematográfico Terry Gilllian, de su hijo Dhani Harrison y por supuesto de su ex camaradas de los Beatles, entre otros.
La figura de Scorsese no brilla ni marca una diferencia en la factura del documental, todo el interés radica en su protagonista y sus conocidos, estamos hablando de un ex Beatle que creó más de un par de las mejores canciones de la historia del rock, que disfrutó a concho sus experiencias lisérgicas, que vivió en una época de profundas revoluciones, que se embarcó en una inusual búsqueda de lo trascendente, que le cedió su mujer a su mejor amigo y que logró que el rarito de Bob Dylan volviera a los escenarios para el concierto por Bangladeh y más aún le convenció para grabar un disco junto a Tom Petty, Jeff Lynne y Roy Orbison. (The travelling Wilburys, The travelling Wilburys vol. 1, 1988).
Más allá del increíble talento y la vida excepcional que tuvo, queda claro que había un hombre muy querido por sus amigos, y es con eso con lo que todos podemos identificarnos, mientras miraba el film, no pude dejar de pensar… ¿Qué dirían mis amigos de mí cuando ya no esté? Gran ejercicio para saber cuál es nuestro aporte en el mundo. Aunque mis dudas deberían ser aún más básicas: ¿Habrá alguien que quiera hablar de mí?
A pesar de entrenarse en la meditación y el desapego a lo mundano, nunca se resolvieron del todo sus conflictos con John o Paul por el reconocimiento y la libertad creativa al interior del grupo. Cuando John Lennon murió, George y él no se hablaban. De acuerdo al relato de su esposa, George se sentía muy disgustado por la forma en la que John abandonó su cuerpo; pero en el fondo cómo te sentirías si nunca te reconciliaras con una persona que fue tan importante, alguien que quisiste tanto, que creció contigo o que compartió los eventos más importantes de tu vida.
Las relaciones entre semejantes son así impredecibles, a veces por mucha reflexión y buenas intenciones que se tengan, las personas simplemente te hacen explotar y a veces ya no puedes más con ellas. Mientras más cercana es la persona, mientras más estrecha la relación, peor puede ser el conflicto. A quienes más amamos, más les exigimos porque sentimos que les hemos dado parte de nosotros mismos, nuestra confianza y vulnerabilidad. Vaya que duele cuando sentimos que el trato no es recíproco. De todas formas Harrison evolucionó y para cuando su mujer se fue con su mejor amigo Eric Clapton, -que la convenció componiéndole “Layla”, era que no,- si bien hubo sufrimiento por un tiempo, no sacrificó la amistad que lo unía con ninguno de los involucrados.
También está el caso de su amistad con Bob Dylan, llena de altibajos esta vez por la personalidad extravagante de Dylan, que ni siquiera participó en este documental. El cariñoso Harrison incluso le dedicó un par de canciones para acercarse a él cuando se distanciaron en los 70s.
Las amistades de Harrison me hicieron reflexionar sobre cómo vas dejando pasar a las personas en tu vida o cómo una relación de cariño puede debilitarse tanto hasta desaparecer o convertirse en desprecio. ¿Qué cosas pueden valer la pena como para alejarse tanto? Una historia que pasa en todas partes y que aquí se magnifica por lo egos y los millones que corren en el mundo de la música. Pero en el fondo se trata de lo mismo, de las personas que conocemos, por qué hay algunas que dejamos o nos dejan en el camino y por qué otras siguen con nosotros.
Como compusiera Harrison “Todas las cosas deben pasar” (All things must pass, 1970) y al final no hay una buena razón para separarte, enojarte o distanciarte de tus amigos. Los años pasan pero los recuerdos no nos abandonan. Las personas que conocemos y van formando parte de nuestra vida aun cuando se van y ya no les veas más, dejan una huella, una marca en el espacio que habitamos.
Las relaciones, acaso la palabra más abstracta del diccionario es lo único que perdura y nos inmortaliza, todo lo demás desaparece. Lo que une a las personas es tan real que duele, nos alegra, saca carcajadas o lágrimas.
Se dice que un gesto vale más que mil palabras, pero a mí no me van tanto los gestos, lo que yo tengo son las palabras. Prosa para hacerles llegar un mensaje a todas las personas que han sido parte de mi vida y a las que les he tenido aprecio. Los que están lejos, los que ya no quieren estar, lo que siguen aquí, los que están enojados, los que fueron amigos y algo más: Mis amigos, ustedes no saben lo importantes que son.
En cada nuevo recoveco y en cada nueva aventura se conocen más y más personas que aumentan nuestra red de relaciones. Lo importante es que lo nuevo no implique dejar atrás lo anterior, porque la mayoría de las veces el alejamiento no es un acto consciente, no es una elección, simplemente pasa. Sobran razones para generar distancias, sin darnos cuenta, demasiadas horas de trabajo, mucho cansancio, la distancia física, la falta de dinero, discrepancias, etc…
Siempre es tiempo de minimizar el daño, quererse un poco más y reencontrarse con las personas que han significado algo, de seguro nos estarán esperando con los brazos abiertos o lo estarán cuando los sorprendamos.
Puede que a algunas personas no les diga nada ni lo anterior ni revisitar la vida de este artista, “Living in the Material World” supera las tres horas de duración, quizás debería recomendarlo sólo para los fanáticos incondicionales de George Harrison y para los que no saben nada de él. A los que no les toca la fibra sensible oír “My sweet lord” (All things must pass, 1970) o “While my guitar gently weeps” (The Beatles, 1968) quizás esto les resulte demasiado, aunque sigue siendo un excelente documento cultural. Sobre todo pensando que es en los minutos finales cuando se consigue quizás el único minuto de genuina emoción con el cual todos, admiradores o no del trabajo de George, podemos conectar: Ringo con la voz cortada y sin poder aguantar las lágrimas frente a la cámara, al recordar la última conversación con su gran amigo. Si alguien te recuerda así, no por la tristeza, sino por el profundo cariño que no se puede expresar sólo hablando, es que hicimos algo bastante bien.
“Todo puede esperar, menos la búsqueda de Dios y amarnos unos a otros”.
George Harrison.
Ficha Técnica.
Título: George Harrison: Living in the Material World.
Año: 2011
Director: Martin Scorsese.
País: Estados Unidos.
Participación de: George Harrison, Paul McCartney, Ringo Starr, Eric Clapton, Yoko Ono, Phil Spector, Terry Gilliam, Eric Idle, Tom Petty, Ravi Shankar, Jane Birkin, George Martin, Jackie Stewart, Dhani Harrison, Olivia Harrison, Klaus Voormann, Pattie Boyd, Jeff Lynne.
Duración: 208 minutos.
(“Everything else can wait, but the search for God cannot wait, and love one another”).