La izquierda está perdiendo el norte de aportar salidas, individuos y grupos estamos olvidando que la acción política tiene como uno de sus principales objetivos el de resolver problemas, concretos y reales, de aquí y ahora. La gente comprometida con la cosa pública no puede conformarse solo con la utopía, la formulación de un mundo soñado mejor que éste, si utilizara solo el sueño, puede ayudar incluso a la regresión ya que frenará muy poco a los ‘transformadores azules’. Además, la abstracción soñadora es más fácilmente manipulable, muchos, incluidos los mercados, se apuntan a la formulación de un mundo justo y contra el hambre; otra cuestión es la actividad diaria.
Todo proyecto progresista contiene utopías, pero además, toda realidad política manifestada a través de partidos necesita presentar soluciones, ante cada conflicto una salida, y será conveniente que el remedio propuesto sea diferente al que presentarán los otros, tiene que ser distinto aunque los análisis de diagnóstico puedan coincidir en muchos aspectos, la solución irá en otra dirección al suponer aportaciones que deberían estar en el camino de la utopía, que la acerquen o que al menos eviten alejarse de la misma, pero al cabo, soluciones aquí y ahora. Apoyarse sobre las dos piernas, es otra forma de decirlo; ir a la pata coja reduce posibilidades, o evitar dicotomías tan queridas por tanta gente, o esto o aquello, amigo-enemigo, puro-traidor, solo conducen a la derrota de ambos núcleos.
Un partido político debería tratar de modificar la sociedad, para eso se crean, no son clubs de amigos para quejarse o lanzar frases gloriosas sobre la necesidad de la bondad humana, son grupos de gente que se unen para transformar situaciones que nos afectan, para lo cual una de sus tareas es intervenir socialmente intentando conseguir órganos de poder desde los que reestructurar la sociedad. Mucha gente no entiende lo básico de la actuación política de un grupo, que no solo ni principalmente es soñar, sino transformar la sociedad en una dirección, o evitar que otras fuerzas la modifiquen en sentido contrario a nuestros sueños utópicos. Y para transformar la sociedad y sus relaciones, de poco sirve tener razón, hay que tener fuerza.
Una vez más hay que recordarlo porque se está instalando por muchos lugares en muchas personas que se suman a entornos nuevos de actividad colectiva, la percepción equivocada de la actividad política, que entienden casi como actividad amable, cultural o de asociación vecinal, y creen que fundamentalmente hay que buscar una buena idea para resolver un problema, o que tener razón aproxima a la consecución de los objetivos de cambio planteados, cuando en política, lo importante es sumar fuerzas, aunar voluntades en la dirección deseada. De ahí la importancia de las explicaciones coherentes de todo proyecto, de toda acción, la consideración de la didáctica y argumentación cercana a cada segmento de población, esto forma parte importante de la batalla de la comunicación, perdida en los últimos lustros por el lateral izquierdo de la sociedad y ganada ampliamente por la derecha.
Estamos perdiendo la costumbre de exigir a los partidos y organizaciones sociales que presenten alternativas concretas, que son algo diferente a los sueños del paraíso, que tienen otra dimensión diferente al cambio global de modelo social. Incluso en ocasiones, las alternativas concretas serán diferentes a nuestros deseos particulares, es razonable que los individuos contemplen solamente deseos (aunque no conveniente), pero a un partido se le deben exigir cosas diferentes y su actividad política siempre debería contener salidas a las cuestiones planteadas.
Todos los individuos estamos contra la corrupción, (incluso los corruptos se atreven a decirlo) un partido debe proponer medidas para combatirla que sean de uso global. A todos nos ‘chirrían’ los polis agresores de concentraciones ciudadanas, está bien quejarse y soñar con una sociedad distinta, pero un partido tiene que ejercer la persecución y puesta en juicio de esos polis agresores en cada suceso. Está bien desear una sociedad sin represión a la mujer, pero un partido tiene que modificar leyes que lo impidan y luego perseguir las situaciones en que se produzcan.