¡Buenas a todos!
Hacía tiempo que no publicaba una de estas entradas, y cuando me he dado cuenta, me ha costado un poco ubicar los nuevos libros que han ido entrando en casa, así que os los mostraré de una forma un poco caótica y desordenada, con las fotos que he ido haciendo para Twitter. Prometo que la próxima vez llevaré un registro aparte para que todo sea más sencillo.
Entre las joyas de este mes, están los dos libros de Ken Follet de la trilogía The century, que los envía la editorial Plaza & Janés. Yo solo esperaba El invierno del mundo, pero como con otros bloggers, se han portado estupendamente y me han enviado también La caída de los gigantes, que no lo tenía. Este lo empezaré esta semana, aunque intimida un poco el volumen…
También he recibido, como premio en el concurso de Un lector indiscreto, La caída y auge de Reginald Perrin, que tiene muy buena pinta y le edición me encanta (muy delicada). Ese mismo día, sufrí un ataque pre-Halloween y me compre dos libros de Stephen King de los pocos que me quedan para terminar la “colección”. Mi colección se basa simplemente en “todo lo que haya publicado” y solamente me quedan las novedades de los últimos años. La historia de Lisey era uno de los pendientes y también me llevé Blaze, pero no sale en la foto porque se lo he dejado a un amigo según salimos de la tienda. Eso sí, son de segunda mano en muy buenas condiciones.
Muerte en el café Gijón me llego a principios de septiembre de mano de la editorial Funambulista. Era una de sus novedades y se trata de una novela negra corta, con un enfoque bastante diferente. De hecho, me la leí de una sentada y tengo pendiente hacer la reseña en los próximos días.
Esta es precisamente mi lectura actual, con la que ya llevo un tiempo, que llegó desde ediciones Éride. No sé si será cuestión de las lecturas que fui combinando, pero se ha ido quedando atrás y espero terminarla esta semana.
El café de la luna es una novela corta que gané en un sorteo de Libros que voy leyendo. La pinta es buena, y puede que cuando acabe todos los compromisos que tengo pendientes, me ponga con ella a corto plazo.
Y para rematar, esta vez os enseño los dos libros de cocina berlinesa que me compré estas vacaciones. Siempre que salgo de viaje me gusta traerme tres cosas: un iman para la nevera (pobre mi nevera ya, va a caer del peso), un marcapaginas del sitio en cuestión, y un libro de recetas locales (o del país si es una zona que se que no voy a repetir). Los precios eran irrisorios comparados con lo que cuestan aquí, así que los cogí en alemán. Me costará un poco más leerlo, pero así practico. Casi por menos del precio que la edición en castellano (con ISBN español) me llevé la cocina antigua y moderna berlinesa. ¡Estoy deseando hacer unas Currywurst!