Acercamos a este blog un interesante análisis sobre las nuevas formas de trabajo que ha publicado France Stratégie el pasado mes de marzo, y que enlaza con las preocupaciones que inquietan a nuestros jóvenes y a nuestra Fundación.
¿A qué se
parecerá el trabajo de mañana? ¿Seremos todos emprendedores nómadas? ¿El contrato
comercial habrá reemplazado al contrato de trabajo?
Las
mutaciones del trabajo se aceleran. Los recorridos profesionales son más confrontados,
combinados de cambios de estatus, de episodios de paro y de pluriactividad
recurrentes, los contratos cortos dominan la fórmula de la contratación.
Paralelamente se observa un cierto resurgimiento del trabajo independiente y,
desde hace poco, la emergencia de las plataformas digitales que conducen a una
diversificación de las formas de empleo. Se perfila una transformación de la
naturaleza misma de la empresa y del trabajo. Estas mutaciones fragilizan a
ciertos asalariados demandantes de estabilidad, pero encuentran también las
aspiraciones de activos en busca de autonomía.
¿Hasta dónde continuará este
movimiento? La amplitud que tomará este fenómeno en los años venideros es
todavía incierta, pero el potencial de las plataformas es considerable y
portador de transformaciones profundas.
El derecho
del trabajo debe responder a estas mutaciones. Será preciso construir un marco
adaptado a las intermitencias de recorrido que conocen tanto los nuevos
independientes como los asalariados precarios. El reto es igualmente decisivo
para la protección social, cuya construcción y financiación se basan en el
modelo de contrato a tiempo completo, y que de hecho penaliza hoy la
discontinuidad de las carreras. El acceso a los derechos sociales depende
enormemente de los estatus y de los recorridos, por razones esencialmente
históricas.
Numerosas
evoluciones han tenido ya lugar: la protección social es más universal y la ley
ha incorporado al asalariado varias profesiones que se situaban en las lindes
del trabajo independiente (trabajadores a domicilio, periodistas, etc…). Los
activos permanecen sin embargo muy desigualmente protegidos, y estas distancias
tienen el riesgo de acrecentarse en el futuro, sobre todo en materia de
continuidad de los ingresos, del derecho a la formación y de la jubilación.
Es preciso
entonces abrir el debate para inventar soluciones susceptibles de garantizar
los derechos, proteger los activos y asegurar las transiciones profesionales en
este nuevo mundo del trabajo. Tres grandes opciones son posibles: adaptar los estatus
existentes, crear un estatus intermedio entre asalariado y trabajo independiente
tradicional o inventar un estatus del activo.