Nuevo curso

Publicado el 01 septiembre 2011 por Alfonso

Muʿammar Al-Qaḏḏâfî llevaba días en paradero desconocido, escondido de las bombas, las cámaras de televisión, la vergüenza, su nueva nieta... ¡y menos mal! Cuando ha decidido hablar ha sido para advertirnos que no se entregará, que seguirá luchando, que su ejército y él no son mujeres. En árabe, claro, pero bien clarito. No nos habíamos dado cuenta, mi general, con esa túnica y esa figura... También ha avisado que la guerra será larga. Larga o corta, lo cierto es que será dura. Y que más dura será la caída. De manera un tercio de la producción petrolífera libia pasa a manos francesas. Oh là là.
Tampoco habíamos recapacitado en que al volver a la rutina, al trabajo o a su búsqueda, al paseo, las tareas del hogar, los estudios, todo iba a seguir igual: y menos mal: mejor ese saludo despreocupado de lo cotidiano conocido que el sabor metálico de nuestro utilitario, haber sido una de las trescientas víctimas de las carreteras españolas. Reconforta pensar en ello y descubrir nuestros achaques, polvorientos los sillones o armarios, igual de ceniciento el futuro. Menos mal que nos queda el fútbol, con sus portugueses creyendo que la gloria se aliará con la justicia, sus argentinos de regate vistoso y palabrería tan sosa que a veces no parecen ni argentinos, sus jugadas polémicas, sus árbitros cegatos... eso si te gusta el fútbol, porque sino mejor que te vuelvas a enamorar, sí, incrédulo, a enamorarte (de quién es lo de menos: el caso es hacerlo, repetir si llega el caso de un cuerpo casi olvidado, volver a las andadas), y pienses en lo divertido que será fingir por teléfono un catarro una remolón martes de febrero, en viajar a Bora Bora o el archipiélago de Colón... si el mal tiempo y los mercados no lo impidiesen: tal vez sigas creyendo qie en estos tiempos de Crisis alardear de moverte de aquí para allá debería estar sancionado con horas de trabajo limpiando los hogares que están a punto de perder algún desocupado, pero ¿quién prefiere leer El paraíso perdido de Milton a medias cuando los sueños hace décadas que tomarón lugar de preferencia junto a las alas de los aviones?
Y con el regreso, con septiembre, rara vez setiembre, aunque nos lo permitan, otra vez nos hemos vuelto a mentir: veré menos televisión; este otoño iré al gimnasio, que luego en Navidad...; no pasaré por el quiosco. o kiosco, que tanto me da y me lo permiten, a ver que coleccionables han lanzado esta temporada no sea que haya uno para aprender albanés en cinco meses, y una de mis debilidades son las novelas de Ismail Kadare; prometo ir al cine y no descargar ni siquiera trailers promocionales... Pero ha sido llegar y descubrir que hay una fuerza que te lo impide: llámala desidia, cansancio, apatía, asco, pero es tan poderosa que no te permite dar un paso sin saber que tu sombra se parece cada día más a la de un judío en el ghetto de Warszawa, tu aliento hiede como el de un somalí que no alcanzará la pubertad y la cuenta bancaria está esperando las órdenes necesarias para desplumarte con todas las de la ley.
¿Y aún te preguntas que pasará el 20-N, como despertarás al día siguiente? Hace días que vives en el día de la marmota. Y el día que algo cambie, échate a temblar.

Ismail Kadare