Nuevo curso

Por David Porcel

Las palabras se amontonan como queriendo salir con el nuevo curso, llenas de nueva savia ellas. Pronto sonará el pistoletazo de salida y ya no habrá motivo para llegar tarde. ¿Quién no será puntual el día que se presenten nuestros alumnos con su carpeta recién comprada y esos libros forrados con el amor de madre? ¿A quién no le latirá de verdad el corazón cuando haya de revisar su horario por temor a equivocar el aula? ¿Qué jefe de estudios no cuidará de meter todas las vocales y consonantes en Peñalara, o qué padre no besará a su hijo en la mejilla deseándole buena suerte? Y en las noches previas al estreno, cuando todos duerman y apenas alguien sueñe, ¿Qué luna no iluminará con su mejor azul pasillos y aceras por donde correrán riadas de pisadas? ¿Pero qué será esta vez lo que digan los recién llegados cuando asomen su cabecita y se vean solos como la primera vez? ¿Qué mano será la que tiendan? ¿La derecha o la izquierda? ¿O será el pie tembloroso lo primero que adelanten?

Y todos, a un mismo tiempo, mientras la palabra siga perdurando sin ser leída, quizá bajo la vieja tierra húmeda, pensando ya en el nuevo curso.