Un día que hacía bueno, antes de estos calores de Madrid, nos fuimos con Lola a dar el primer paseito por el jardín botánico. Tengo que decir que lo disfruté de otra manera que las veces anteriores cuando no había niña. Pero lo disfruté observando como Lola desde su cuco, miraba las hojas de los árboles cómo se movían. Lo miraba todo, como una esponja que absorbe la información y disfruta de cada momento. Me hizo pensar que nosotros los adultos damos por supuesto muchas cosas y no damos importancia a las cosas sencillas. Pero esas cosas sencillas son la esencia. En este caso el movimiento de las hojas de los árboles, con el vientecillo primaveral, de hojas grandes y hojas pequeñas y de distintos verdes.
La niña, ha dado un sentido diferente a mi vida, creo que me aportará un punto de vista distinto al que hasta ahora tenía en mi trabajo y por supuesto en mi vida en general. Ahora no sólo miro las plantas, las verduras, los árboles, etc... cuando paseo con Lola, sino ahora la miro a ella, para saber si está bien, si está disfrutando del paseo o si se duerme y se relaja.
Lola tiene su pequeño rincón en casa, su jardincito, lleno de bichitos y colores donde ella disfruta, su pequeño Espacio Vivo. Cada uno tenemos nuestro Espacio Vivo a nuestra escala.