Para Eduardo y Daniel, originarios del municipio de Ciudad Valles, el camino hacia la meta inició con la decisión de dejar sus hogares y familias para perseguir un sueño: ser parte de la fuerza policial del estado. Aceptar el reto no fue sencillo; con el respaldo incondicional de sus seres queridos, superaron la nostalgia de la despedida y enfrentaron las exigencias de su formación.
“Como venimos de la vida civil, fue un reto interpretar y acatar las instrucciones en la Academia, pero valió la pena. Esto no solo representa un crecimiento económico, sino también profesional”, compartió Eduardo, quien encontró en la disciplina y el orden la motivación para servir a su estado. Su familia, aunque temerosa al principio, le brindó el apoyo necesario, comprendiendo que su vocación es mayor que cualquier dificultad.
Durante seis meses, hombres y mujeres de esta tercera generación se comprometieron con una preparación integral, cimentada en valores como la honestidad, el profesionalismo y el sentido humano. A lo largo de este proceso, dejaron atrás una vida común, sus días libres y la cercanía diaria con sus seres queridos, para adoptar las normas y el rigor de la institución, formando así una nueva familia entre sus compañeros de armas.
Al graduarse, las y los nuevos integrantes de la GCE recibieron el reconocimiento de sus familias, que entre lágrimas, aplausos y abrazos celebraron este logro: un sacrificio transformado en orgullo, un paso firme hacia un futuro mejor. Estos agentes, guiados por el lema “Seguridad, Confianza y Paz”, inician su carrera con la convicción de que cada esfuerzo, cada guardia y cada acción valdrán la pena para proteger a las y los potosinos.
Con estos nuevos efectivos, la GCE refuerza su misión de consolidar la seguridad pública en San Luis Potosí, brindando esperanza y tranquilidad, y marcando el inicio de historias personales que, a partir de ahora, se entrelazan con el bienestar de toda la comunidad.