España tiene nueva sangre de patriotas en la que depositar la defensa militar y su honor deportivo.
Se equivocaban quienes creían que aquí ya no quedaban herederos de los lejanísimos conquistadores de América, Lepanto, los Tercios de Flandes, los vencedores de Napoleón
Tras tres décadas mediocres, millones de ciudadanos vuelven a emocionarse y gritan “España, España” cuando un esquiador alemán, una saltadora cubana, una nadadora rusa, un balonmanista tártaro o un futbolista brasileño besan emocionados la bandera española, al contrario que tantos nativos que dicen no sentirla.
A la vez, se licencia a miles de cabos, militares profesionales españoles, para contratar a nuevos patriotas peruanos o colombianos que solventarán los conflictos del país.
Y si la propuesta de un diputado del PP prospera, estos heroicos latinoamericanos librarán la Patria del terrorismo. Estupendo, porque hablan mejor castellano que los marroquíes que usó Franco para matar españoles.
Son nuevos patriotas, atraídos por la vida agradable y la mejor soldada: Los últimos cinco siglos registraron múltiples militares, exploradores y diplomáticos extranjeros al servicio del Imperio, y hace medio siglo que Di Stéfano y Kubala jugaban con la selección española de fútbol.
El Gobierno podría contratar también a los ejércitos de alquiler que prepara Tony Blair. Muy amigo de Aznar, le hará buen descuento.
Son ejércitos acostumbrados, no como otros, a ganar guerras. Y hablan inglés, no derrotista castellano ni pueblerinos gallego, catalán y vasco, lo que le facilitará al Gobierno su anhelada presencia en acciones internacionales.