Al llegar a la obra en la que trabajaba, una mañana hacía tres años, le dieron la carta de despido. Demasiados edificios. No había personas para ocuparlos, ni mucho menos adquirirlos. Arimado Gutiérrez lo esperaba desde el día en que estalló la burbuja inmobiliaria. Se implantaron otros gustos. Distintas necesidades. Los diarios durante meses no hablaron sobre otro tema. Otros se habían hecho con el control. En todos los sentidos.Ahora, reciclado después de un curso gratuito, enseña habitáculos.-Éste me interesa, comenta el cliente en la entrada. Lo compro.Arimado suspira aliviado. Percibirá su comisión. Con ello podrá subsistir dos meses. Anota la venta en la agenda y se gira justo en el instante en que la larga cola de la rata gris desaparece por la oquedad.Texto: Paloma Bermejo
Al llegar a la obra en la que trabajaba, una mañana hacía tres años, le dieron la carta de despido. Demasiados edificios. No había personas para ocuparlos, ni mucho menos adquirirlos. Arimado Gutiérrez lo esperaba desde el día en que estalló la burbuja inmobiliaria. Se implantaron otros gustos. Distintas necesidades. Los diarios durante meses no hablaron sobre otro tema. Otros se habían hecho con el control. En todos los sentidos.Ahora, reciclado después de un curso gratuito, enseña habitáculos.-Éste me interesa, comenta el cliente en la entrada. Lo compro.Arimado suspira aliviado. Percibirá su comisión. Con ello podrá subsistir dos meses. Anota la venta en la agenda y se gira justo en el instante en que la larga cola de la rata gris desaparece por la oquedad.Texto: Paloma Bermejo