En agosto de 1914, el famoso explorador Ernest Shackleton y una tripulación de veintisiete hombres partieron hacia el Atlántico sur para llevar a cabo el primer viaje a pie por la Antártida. A 160 km de su destino, su barco, el Endurance, quedó atrapado en el hielo. Durante veinte meses la expedición estuvo completamente perdida hasta que el propio Shackleton consiguió rescatarles.
Cuenta la historia que una de las grandes preocupaciones de Shackleton era mantener la motivación de sus hombres. Preocupación común a todos los directivos del mundo. Allí en medio de la nada helada organizaba fiestas, partidos de fútbol, obras teatrales, concursos de música... Incluso todos se raparon el pelo en una fecha determinada.
Shackleton parecía tener una fuerza emocional encomiable. Algo en su interior le hacía no rendirse y seguir adelante sin desfallecer para mantener con vida a sus hombres y devolverlos sanos y salvos a sus casas.
Uno de los pasajes que más impresiona de la historia ocurre en su última caminata cruzando la cordillera helada de la isla de San Pedro donde había llegado en busca de una estación ballenera que le permitiera lanzar una señal de socorro. Cuenta Shackleton que sólo fueron dos en aquella expedición, pero que durante muchos tramos del camino tenía la sensación de que un tercero caminaba con ellos. No me cabe duda que en la mochila de ese tercero iban un montón de proyectos, ilusiones, motivos y misiones por los que seguir luchando y sobrevivir.
En el libro incluyen este poema de T.S. Eliot:
"When I count, there are only you and I togetherbut when I look ahead up the white roadthere is always another one walking beside you"
"Cuando cuento, estamos solamente tú y yopero cuando miro hacia adelante en el camino blancosiempre hay otro más caminando a tu lado"
¡Animo! No estás solo. Siempre hay alguien caminando a tu lado llevando en su mochila todos tus anhelos, sueños, aspiraciones. Búscalo en los momentos duros y lo encontrarás.