Nunca debimos abandonar las plazas. Aniversario del 15 - M
Publicado el 10 mayo 2012 por Lparmino
@lparmino
"Plaça 15 Maig", Valencia
Fotografía: Luis Pérez Armiño
Apenas quedan unos pocos días para que se cumpla un año de aquel gesto espontáneo y pacífico, de la toma de las plazas por miles de jóvenes, y no tan jóvenes, que bajo el pretexto de la indignación exigían lo mínimamente exigible: recuperar la dignidad. Ese concepto tan abstracto que se había banalizado a manos de políticos corruptos y hombres de finanzas sin escrúpulos que habían decidido que lo mejor que podían hacer con él era comercializarlo. Durante unos días, unas semanas, todo el mundo fijó sus ojos en la Puerta del Sol, y en 82 plazas de otras tantas ciudades españolas, que decidían tomar el pulso a los dirigentes políticos y económicos del país mediante las acampadas y las asambleas verdaderamente democráticas, despertando a la sociedad del largo e interesado letargo que le había sido impuesto. En torno a aquel 15 – M se había alzado la indignación.
Protestas contra los recortes
Valencia, marzo de 2012
Fotografía: Luis Pérez Armiño
La Spanish Revolution ocupó todas las portadas de los periódicos. La prensa internacional no podía dejar de mostrar asombro frente a lo que sucedía en España. Las plazas eran un hervidero donde se ensayaban formas de auténtico ejercicio democrático al margen de las estructuras tradicionales de poder, denunciadas por la pérdida de los valores que les debían ser intrínsecos: legalidad, justicia, igualdad, solidaridad… La democracia española era una triste pantomima que sólo servía de marco propicio de enriquecimiento para unos pocos y escenario adecuado para los desmanes de dirigentes conchabados con las autoridades financieras. Un grupo de jóvenes inició un movimiento que de unos treinta y cinco acampados en el Sol madrileño pasó a convertirse en miles de indignados en todas las calles de España. Y de España pasaron a ser el 99% de la población mundial, reclamando sencillamente lo justo y la democracia efectiva y real, no interesada ni partidista.Las propias características del movimiento desbordaron a todos. Los políticos sólo respondían con miedo ante la multitud ciudadana. Ni siquiera los científicos sociales se ponían de acuerdo a la hora de encontrar la justificación o las causas últimas de las acampadas. Cuando simplemente era un grito de indignación de todo el conjunto de la ciudadanía. Cansada de desmanes, de arbitrios, de corruptelas y prevariaciones que llegaron a alcanzar tal cotidianeidad que se asimilaron como elementos constitutivos y propios de nuestro sistema democrático. La sociedad española había dicho “basta ya” y se lanzó a renombrar nuestras plazas; ya no eran la “Plaza del Ayuntamiento”, sino del “15 de Mayo”.
"Todos a la plaza"
Fotografía: Luis Pérez Armiño
Ha pasado un año desde que se ocuparon las plazas. Un año intenso en el que todo ha pretendido olvidarse a golpe de decreto, de recorte y de ajustes. Parece mentira, soy incapaz de comprender, cómo la clase política tuvo a todo “el pueblo” al que representa en la calle clamando contra su desvergüenza y no han sido capaces, a día de hoy, de responder de forma adecuada. Se escondieron, hicieron guiños al movimiento, esperando que las aguas volvieran a la calma, para después volver a sus trincheras y a ocupar sus posiciones continuado con los desfalcos y los abusos. Incluso, multiplicados en nombre de un déficit y unas deudas ajenas y extrañas que no entienden más que de números en rojo y bonos – basura olvidando el elemento realmente importante que constituye una sociedad: la persona. Y si la persona trataba de recordar su sitio, intentaba recordar al político quién le había votado y sus obligaciones respecto a los ciudadanos, ahí estaban las fuerzas del orden público para acallar a los insolentes y maleducados niños y niñas.Recientemente, se ha anuncia la posibilidad de una reforma del Código Penal. Incluiría el endurecimiento y la criminalización de ciertas actitudes, hasta ahora imagen y símbolo, entre otros muchos, de la actividad democrática, como la resistencia pasiva. Incluso, se podría condenar a un usuario de Internet por entender que está arengando a la movilización y a la subversión ciudadana contra las autoridades considerando que forma o integra una asociación ilícita. Eso es bueno. Demuestra que tienen miedo y que quieren prepararse para lo que pueda suceder. Quizás haya llegado el momento de volver a tomar las plazas y las calles para demostrar quiénes deben ser lo que tienen que tener miedo y vergüenza, escondidos al amparo de sus poderes y privilegios. Luis Pérez Armiño