Nunca es tarde, si la dicha es buena dice el refranero español. Nunca es tarde para admitir que no supe ser condescendiente, que no supe ponerme en tus zapatos… La osadía de la juventud nos hace ser indolente e inconsciente…¡Cuántas lágrimas que no pude secar cuando fui yo quien las provocó! ¡Cuánta ingratitud!
Sin embargo ya es muy tarde. Ya todo pasó y tuvo un punto y final premeditado con alevosía y perfidia de nuestro amor.
Mirar hacia atrás tal vez no tenga sentido para todos aquellos que propugnan que solo existe el momento presente… Pero ya, incluso ese ha expirado. ¿Tengo que vivir a mil revoluciones cada segundo de cada minuto de mi vida? ¿No tengo derecho a reposar mis sentimientos, mis ideas, mis pensamientos?
¿No tengo derecho a pedir perdón? Aunque sea sin destinatario y no sé cuántos lustros después…
Saboreo una copa de vino. Es la primera vez que pruebo esta variedad. Desconocía de su existencia… Cómo de tantas cosas que existen aunque no tenga conciencia de las mismas. Te recuerdo en la distancia física y del tiempo. Fuera llueve, hace frío y viento… Como el día que se acabó todo. ¿Por qué visten las despedidas de mal tiempo? Para que sean más dramáticas… Para acentuar el sufrimiento.