Nunca legue su negocio como regalo de navidad

Por Juan Carlos Valda @grandespymes

por Catedra Prasa

Algunas veces al fundador le entra la tentación de dejar su negocio a los hijos, sobre todo en momentos de euforia y/o cansancio cuando se celebran fechas importantes, como pueda ser onomástica o fin de año. Tienen momentos estos emprendedores ya veteranos en que no quieren oír nada sobre el negocio, las acciones, beneficios o dividendos.

Es recomendable tomarse un tiempo y no caer sometido por la euforia o el abatimiento. En esos momentos no es fácil tomar decisiones justas ni equilibradas. Algunas familias se empeñan en utilizar las acciones de la empresa familiar como método de balanceo a la hora de distribuir su patrimonio. Si a una hija le da la casa piensa que al hijo debe darle acciones de la empresa que tengan el mismo valor. ¡Qué disparate!.

No sólo existe el problema de diferenciar entre valoración y apreciación sino que con la cesión de estas acciones usted puede haberle dado a su hijo gran influencia en la gestión, aún teniendo su hijo escasas capacidades para el desarrollo de aquella. Con esto ni le hace un favor a su hijo ni a la empresa. Usted no puede repartir acciones de la empresa como si estuviera repartiendo caramelos entre sus hijos. Estas donaciones además tienen costes fiscales elevados si no se planifican adecuadamente.

Es obvio que algunas veces la donación es un buen camino para transferir parte de su patrimonio a sus hijos. Pero esté atento al coste fiscal que puede ser elevado. Pero dar gratis el negocio a los hijos a veces no es buena idea. Es mejor que la cesión lleve envuelta un coste financiero o de otro tipo para los hijos.

Ahora bien si decide donar las acciones no intente deshacer el acuerdo. No sea que pasada la euforia de su generosidad cuando vuelva a su rincón y el aire fresco le aclare la mente y le enfríe el corazón quiera rescindir o anular aquella generosa decisión. Si así se comporta usted puede herir muchas sensibilidades.

Ahí lleva mi consejo si es propenso a tanta magnanimidad. Haga una lista con la gente que de verdad tienen que estar en el elenco de receptores. No limite su generosidad a los miembros de la familia y piense también en los empleados. Haga una relación de posibles regalos a dar tanto a familiares como a empleados, que se hayan esforzado y hayan demostrado lealtad al negocio familiar. Es obvio que usted no quiere repartir el almacén al completo hasta vaciarlo, pero será capaz de conocer las preferencias de los seleccionados.

Piense que el mejor regalo a veces no vale ni mil pesetas. Tanto familiares como empleados se alegran con otros tipos de atenciones.

Cuando le entre la tentación de regalar acciones de su empresa debe recordar que un negocio familiar es parte de la familia pero también y principalmente es un negocio. Regálele a su familia y a sus hijos por Navidad y Fin de año una mercancía que no se puede almacenar. Regálele tiempo, tiempo para disfrutar de ellos y con ellos. Tiempo para que ellos disfruten de usted y con usted. Tómese unos días por Navidad, Fin de año y de vacaciones; deje el negocio olvidado y vayan con ellos; ese es el mejor regalo. Con este comportamiento fortalecerá la familia y aunque le parezca raro fortalecerá la empresa.

Autoria Catedra Prasa de Empresa Familiar

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