[7/10] Los niños del internado inglés de Hailsham no son como los demás. Han sido creados (clonados) para donar sus órganos cuando lleguen a la juventud a personas enfermas, y después de dos o tres “cumplimientos”… morir, aunque también caben los “aplazamientos” si una pareja se tiene amor auténtico y verificable. Ruth, Kathy y Tommy son tres amigos inseparables de ese peculiar colegio, que viven el despertar de su afectividad entre dudas, celos y desencantos, para terminar distanciándose con el tiempo… un poco por amor y otro envidia. En la primera secuencia, mientras asiste a Tommy en el quirófano, Kathy nos dice que se ha convertido en cuidadora de donantes… para después abrirse un largo flash back en el que evoca aquellos inciertos años, entre la niebla londinense y la oscuridad de un mundo escalofriante.
La tremenda historia de “Nunca me abandones” está tomada de la novela de Kazuo Ishiguro, a la que Mark Romanek imprime un tono romántico y de ensoñación visual, además de mover a la reflexión sobre algunas cuestiones inquietantes. Como en “Destino oculto”, hay un plan prefijado para esos niños sin padres, pero aquí no hay rebelión contra el destino ni contra esos dueños de su libertad. Ishiguro y Romanek levantan un cuadro moral en el que unas copias de dudosa humanidad buscan a sus originales, en donde el amor brota de manera natural para romper pretensiones cientificistas, y donde la ética biomédica parece haberse olvidado hasta convertir a la persona en objeto sin sentimientos. Algo de ciencia ficción se respira en la cinta aunque no haya decorados futuristas, pero sobre todo esta impactante historia despierta en el espectador unos miedos terroríficos ante lo que podemos llegar con la manipulación genética.
La perspectiva ético-médica resulta muy interesante y necesaria, pero Romanek la sumerge en una historia romántica que, de modo contenido y sobrio, aporta intensidad emotiva y dramatismo. Durante la infancia en el colegio, cobran fuerza los sentimientos de inocencia, rivalidad y cariño entre los tres amigos: vemos dos maneras de amar y de manifestar ese afecto, con relaciones que mezclan el respeto y la agresividad junto a la inseguridad y recelo de la adolescencia, y también una imaginación que trata de encontrar respuestas a comportamientos y cuestiones vedadas por las maestras. Distinta sensibilidad para sentir las cosas del corazón de las chicas y del chico protagonista, y magnífica y sutil declaración de amor del tímido Tommy –buen trabajo de Andrew Garfield– en la escena del bosque.
Magistral es el trabajo de las dos niñas actrices –Isobel Meikle-Small y Ella Purnell–, que con unas simples miradas dejan ver su alma mejor que sus dibujos. Y más aún el trabajo de Carey Mulligan como la Kathy adulta, capaz de distanciarse de la realidad que recuerda y a la vez permanecer muy próxima a sus amigos y al espectador. Un gran guión nos habla del miedo a lo desconocido y a la soledad, del dolor aceptado y del tiempo desaprovechado para amar, con los dibujos de creación como baza para transportarnos al imaginario infantil y que permiten apuntar una inquietudes existenciales –en el fondo, las relaciones en el internado son un microcosmos de la condición humana–.
Melancólica y emotiva es la banda sonora de Rachel Portman para esta trágica y triste historia que invita a gritar de dolor como hace Tommy, que encoge el corazón si éste no ha sido antes donado a algún humano sin entrañas, mientras que la fotografía logra crear una ambientación nostálgica y costumbrista. Siempre nos queda el consuelo de que lo visto sea solo una pesadilla –tremenda es la escena de Ruth en el quirófano, con Keira Knightley en un papel de comparsa durante toda la película–, y la satisfacción de haber disfrutado con la interpretación de una expresiva Carey Mulligan… que demuestra tener alma, y además muy delicada y sensible.
Calificación: 7/10
En las imágenes: Fotogramas de “Nunca me abandones”, película distribuida en España por Hispano Foxfilm © 2010 DNA Films, Film4 y Fox Searchlight Pictures. Todos los derechos reservados.