¿Por qué se les dice galletitas de agua? Si cuando entran en contacto con el agua, parece que se pudren, que se hacen vómito.
Tal vez sea por su sabor a nada, como el agua. Algunas pueden zafar, pero ninguna es rica. De hecho, si las mezclas con un té, forman la combinación más traumática e intrascendente. Son un empalago de aburrimiento. No lo solucionás con nada a un día que empezaste desayunando eso.
Es más, pensándolo bien, se las podría describir como todo lo contrario al agua, la cual fluye naturalmente por la boca y la garganta. Estas galletitas, al entrar en tu boca, se convierten en una pasta que le encanta esconderse en las encías. Cero naturalidad. Es todo muy forzado, como una relación que recién comienza. Un constante comenzar. Por más que las comas toda tu vida, siempre va a ser una lucha.
Tan difícil son de pasarlas, que existe la famosa apuesta popular: a que no te comés un paquete entero sin tomar agua. Y ahí los ves, a los valientes, meterlas de a dos en la boca, formando una pasta tan densa que necesitan un arqueólogo para sacarla después.
Guarda, en algunos países se les dice “soda”. ¿Serán efervescentes (gran palabra) allá? ¿Se mezclarán con vino? Acá con lo único que las podemos salvar es poniéndoles arriba un salamín o jamón. Y en esto sí que no aceptamos excepciones.
Y bueno, ni queremos hablar de las galletitas de agua Light, sin sal, ¿algo más que agregar a esta mezcla desabrida?
No las comparamos con las variedad porque nos parece un insulto. Entre lo malo y lo peor preferimos no elegir. Por eso seguimos prefiriendo el mate, porque no hay asociación posible entre el mate y ese proyecto de galletitas. Mate y bizcochitos, esa es la que va.
Y si vos preferís estas galletitas, acordate: nunca mojes una galletita de agua.