Necesitamos convencernos de que nadie es invencible. Y mandan lo mejor de las legiones para romper el cerco. Los numantinos aguantan estoicamente el ataque hasta que Roma decide aislarlos. Pero no se entregan ni se rinden. "Lo pasaremos mal, perderemos muchas cosas, pero no dejaremos que se lleven todo a precio de ganga." Es un poco lo que sucede con Ucrania, que Rusia echó la cuenta mal, calculó la rendición en unas horas, como mucho, en unos días, y se llevó el gran batacazo. Porque no hay enemigo pequeño. "Si alguien viene a conquistarnos, no lo va a tener fácil. Y no permitiremos que nos paseen como trofeo; antes, nos daremos muerte."
Es significativo que ahora, en muchos de estos escenarios, te den a elegir el final que más te guste, porque en realidad, salvo restos de ajuares y herramientas que se van encontrando, no hay nada que certifique que allí paso lo que dicen, tal y como lo cuentan, osea que, la historia se puede inclinar del lado de los espectadores, incluso con triunfo de los perdedores, que a toro pasado, tantos siglos encima, no se mide el dolor sino la gesta, la firme decisión de defender lo poco que tenemos hasta la muerte.
A finales del siglo XIX, Alejo lo retrata de nuevo, exaltando la insumisión de los numantinos hasta el punto de suicidarse colectivamente para no ser llevados a Roma y ser exhibidos como trofeo y para los más críticos está lejos la imagen de Numancia, que era un asentamiento modesto y las armaduras de los romanos son de siglos más tarde. Pero la superioridad es aplastante, de ahí que se nos permita utilizar todos los argumentos, también los fantásticos, para aseverar que, aunque perdamos la vida, -gritaremos como William Wallace en Brabeheart-, nunca nos quitarán la libertad".
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