Martes 16 abril 2019
Algo más de 100 kilómetros separan Rothenburg de Nuremberg, motivo por el cual hemos madrugado para llegar a una hora razonable a la segunda ciudad en importancia de Baviera y, antes, dejar la caravana en el camping Knaus situado en las afueras muy cerca del Zeppelinfeld, lugar donde anualmente el Tercer Reich reunía a más de medio millón de nacionalsocialistas en un congreso que mostraba al mundo la grandeza del imperio nazi. Para llegar al centro hay que coger el tren de la linea S2 y bajar en el cuarta parada. Lo más económico es comprar un pase familiar de 12,30€ de un día de validez.
Desde la Nürnberg Hauptbanhof (estación central) se accede a la Altstadt por una de las puertas de la muralla que rodean la ciudad para encontrarnos con la Handwerkerhof Nürnberg, un antiguo patio de armas entremuros convertido, hoy, en patio de artesanía.
Siguiendo por la Königstrasse, una de las principales calles de la ciudad, se llega hasta el río entre un barullo de comercios, hoteles, cervecerías y la gótica Lorenzkirche. Al otro lado del Pegnitz, la gran Hauptmark coronada por la Fraukirche, un templo gótico tardío que vio florecer la ciudad durante varios siglos en el medievo, alberga un mercado diario que se convierte en mercado de Navidad durante el Adviento.
En la contigua plaza del Rathaus, la Bratwursthausle sirve las salchichas más famosas de la ciudad. Al módico precio de 3€ podemos degustar un pequeño bocadillo con tres de las tradicionales salchichas de esta región. Pero no es la única opción para comer, el mercado de la plaza está lleno de puestos de comida rápida al gusto de cualquier paladar. Up to you.
El castillo, en lo alto del Altstadt, es la prueba evidente del poder de Nuremberg en la época medieval. La visita transcurre por el ala residencial que alberga una exposición sobre el Sacro Imperio Germánico y el uso militar de la fortaleza, además de disfrutar de vistas panorámicas de la ciudad.
Siguiendo la muralla hacia el oeste llegamos a la Tiergärtnertor, una bonita plaza rodeada de casas con entramados de madera y cuidadosamente pintadas.
Ya de vuelta, nos adentramos por las calles comerciales cercanas a la Iglesia de San Lorenzo para hacer un poco de shopping. Pero un día en cualquier ciudad alemana no puede acabar sin una buena jarra de cerveza local. En la Hallplatz se encuentra la Barfüsser Kleines Brauhaus que ofrece cerveza artesanal elaborada en los sótanos de este tradicional pub.
Son cerca de las siete de la tarde y Scott ha pasado todo el día en la caravana. Nos recibe desde lo alto de la cama, mirándonos sin importarle lo mas mínimo que lo hayamos dejado hoy descansando. Sus trece años le han hecho mella y su patita con artrosis ya no le deja disfrutar de largos paseos.