La lógica sugiere que Espectadores dejará de ser (parcialmente) oficialista partir del próximo 10 de diciembre.
Durante sus primeros dos años de vida online, Espectadores le prestó poca atención a la actualidad nacional. Los posts sobre nuestro presente fueron escasos, breves y estuvieron algo viciados por el cinismo que la crisis económica e institucional de 2001-2002 inoculó en muchos argentinos.
En la víspera de su segundo aniversario, el blog se declaró cristinista “por un rato“. En ese otoño de 2008, el plazo impreciso parecía depender de la duración -también difícil de calcular- del denominado “conflicto con el Campo“.
Por si hiciera falta, corresponde aclarar que el cristinismo en principio circunstancial terminó prolongándose ocho años. De hecho, los posts sobre nuestra actualidad aumentaron en extensión y en cantidad, y expresaron una postura bastante más crítica con el antikirchnerismo que con el kirchnerismo.
Esta novedad ahuyentó a los lectores autoproclamados apolíticos, por lo tanto sin ningún interés en contenidos politizados. Por otra parte, provocó unas cuantas discusiones (más bien estériles) con lectores -algunos de ellos, también bloggers– absolutamente críticos, por derecha o por izquierda, de las Presidencias de Néstor y Cristina Kirchner.
Cuando en 2006 elaboró su política editorial, Espectadores privilegió la consigna de honestidad intelectual por encima del -discutible- principio de objetividad periodística. Fiel a esta decisión, el blog cada tanto vuelve a explicitar su lugar de enunciación: un lugar condicionado por la historia personal y profesional de quien suscribe.
Si definimos la relación con el Gobierno de turno a partir de la distinción elemental entre oficialismo y oposición, en el transcurso de los últimos ocho años Espectadores fue oficialista en relación con el Gobierno nacional y opositor en relación con el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. Una lógica igual de básica sugiere que el blog dejará de ser oficialista a partir del próximo 10 de diciembre, cuando el actual mandatario porteño tome las riendas de la Nación.
Por momentos fue duro ser oficialista en estos ocho años. Gran parte de nuestra sociedad sigue creyendo que todo político -desde el militante raso hasta el funcionario público- es delincuente, vago y/o incompetente. La regla extiende esos defectos al ciudadano, agrupación, medio que exprese públicamente su simpatía gubernamental.
Esa misma generalización sugiere que el opositor carece de los defectos e inconductas que denuncia. Por eso, cuando el acusador político adquiere relevancia mediática, algunos compatriotas tienden a confundirlo con un héroe.
Espectadores no tiene pretensiones heroicas. En parte por eso y en parte porque durante ocho años despotricó contra el ejercicio rabioso -léase mentiroso, ofensivo, destructivo- del antikirchnerismo, evitará la ramplonería cuando discrepe con el cambismo. En otras palabras, cuando critique la gestión de Horacio Rodríguez Larreta en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y el desempeño de Mauricio Macri al mando del Poder Ejecutivo Nacional, el blog utilizará el mismo tono que empleó cuando expresó sus reparos con respecto a la administración macrista de la CABA.