O sonambular o filosofar

Por Javier Martínez Gracia @JaviMgracia

“El hombre vive habitualmente sumergido en su vida, náufrago de ella, arrastrado instante tras instante por el torrente turbulento de su destino, es decir, que vive en estado de sonambulismo solo interrumpido por momentáneos relámpagos de lucidez en que descubre confusamente la extraña faz que tiene ese hecho de su vivir, como el rayo con su fulguración instantánea nos hace entrever en un abrir y cerrar de ojos, los senos profundos de la nube negra que lo engendró. Tenía razón Calderón (…): por lo pronto la vida es sueño, porque es sueño toda realidad que no se captura a sí misma, que no toma plena posesión de sí misma, que se queda dentro de sí y no logra, a la vez, evadirse de sí misma y estar sobre sí (…) El único intento que el hombre puede hacer para despertar, para acordar y vivir con entera lucidez consiste precisamente en filosofar. De suerte que nuestra vida es, sin remedio, una de estas dos cosas: o sonambulismo o filosofía. Yo lo advierto lealmente antes de empezar: la filosofía no es sueño –la filosofía es insomnio– es un infinito alerta, una voluntad de perpetua mediodía y una exasperada vocación a la vigilia y a la lucidez” (Ortega y Gasset[1]).



[1] Ortega y Gasset: “Sobre la razón histórica”, O. C. Tº 12, pp. 302-303.