Obama, unos años después

Publicado el 17 febrero 2012 por Alejandropumarino

No lo dudo. Deseo el triunfo de Obama. El Sueño Americano realizado al fin. Triunfo también de los dos hermanos Kennedy asesinados y del también sacrificado Martin Lutero King. Deseo el triunfo de Obama porque al fin, los que ponen en duda la libertad de la única nación del mundo que siempre ha sido demócrata, tendrán que callarse por un tiempo. Deseo el triunfo de Obama porque los Estados Unidos de América pedían a gritos su transición política. Deseo el triunfo de Obama porque es negro. Deseo el triunfo de Obama -y aquí me van a perdonar los impulsos personales-, porque me cae más simpático que McCain, al que mucho respeto, por otra parte. Y deseo el triunfo de Obama por la decepción que se van a llevar todos nuestros progres de «Visa Oro», e incluso los de «Visa» normal y los de la tarjeta «4B», cuando adviertan que el nuevo Presidente afroamericano de los Estados Unidos modificará más el envoltorio que el contenido de la política internacional americana. Deseo el triunfo de Obama porque los bobos de por aquí creen que un demócrata americano equivale a un socialista español, cuando en realidad un demócrata de los Estados Unidos se mueve por ámbitos largamente más conservadores que el votante más conservador del Partido Popular.

Casi cuatro años después de haber firmado este artículo D. Alfonso Ussía, en Noviembre de 2.008, resulta estremecedor su acierto en las decisiones adoptadas por el presidente americano, desde escasos cambios sociales, hasta la nunca realizada visita al leonés errante, que se las prometía más felices, creyendo que un demócrata tendría en menos consideración la absoluta falta de respeto de D. José Luis con su enseña nacional. Resulta que cambiaron pocas cosas, que el presidente electo ordenó disparar sobre Osama Bin Laden sin que le temblase el pulso y sin que hordas de progresistas de Visa platino agitasen las calles, entre otras cosas, porque en el país de las libertades no los dejan. La permisividad excesiva puede rozar el libertinaje y eso, en suelo norteamericano, no sucede. Nuestros ediles municipales permiten el botellón por temor a verse tachados de demagogos si se prohíbe, tanto por parte de socialistas como de populares, habiendo algunos que apuntaban la posibilidad de cierta “regulación”. Eufemismo innecesario –cualquier regulación implica prohibir o permitir-  toda vez que la legislación sobre depositar basura en la vía pública tiene muchos años. Obama no tolera la injerencia en los derechos de los ciudadanos por el abuso de otros compatriotas y emplea los medios necesarios para evitarlo; el progresismo no debería estar reñido con el respeto por los bienes públicos, ni con el orden o con acatar las normas de convivencia que democráticamente, nos hemos autoimpuesto. Y tampoco puede aplaudir con las orejas el gobierno de Obama, a bastante distancia de ciertas pretensiones insólitas.

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