Remitiéndonos a los valores estrictamente cinematográficos de la cinta, hay que reconocer que, desde un punto de vista técnico, la primera parte de la misma resulta muy llamativa. El ataque al edificio presidencial, pese a su inverosimilitud (en el fondo uno se niega a aceptar que la capacidad de respuesta de Estados Unidos ante un ataque de esta envergadura sea tan pobre) está filmado con oficio por Antoine Fuqua (recordemos que es el director de la magnífica Día de entrenamiento) teniendo siempre presente que la amenaza terrorista entró hace una década por la puerta grande en el american way of life y ahora el ciudadano vive asediado por la obsesión de la seguridad y el episodio vivido recientemente en Boston no invita precisamente al optimismo al respecto. Más bien parece que las amenazas se multiplican y pueden llegar desde Chechenia, Arabia Saudí, Pakistan, Afganistán, Siria (muchas veces a través de ciudadanos que parecían plenamente integrados en su país de adopción) y ahora también desde Corea del Norte, país que cuenta con armamento nuclear.
Objetivo: la Casa Blanca no es más que una entretenida adaptación a la pantalla grande de los miedos contemporáneos que atenazan al americano medio, cuyos ojos ya vieron desmoronarse por televisión varios de sus símbolos más sólidos. Uno de los edificios emblemáticos que se libró de los ataques del 11 de septiembre es ahora cinematográficamente asaltado, para recordar al espectador lo frágiles que son las bases en las que asienta su realidad (lo cual tiene mucho que ver con el concepto de Vida líquida de Bauman). Es como si un católico viera asaltada la basílica de San Pedro en el Vaticano por las hordas de Satanás. Eso sí, la película de Fuqua lo resuelve todo con dosis exageradas de patriotismo y con un mensaje un tanto paradójico: que vengan los terroristas a sembrar el caos, que sus ataques nos unirán y nos harán más fuertes. Termino con una pregunta un tanto maliciosa ¿surgiría una ola de patriotismo hispano si un grupo terrorista asaltara la Moncloa y secuestrara a nuestro presidente Rajoy? Prefiero no pensar demasiado en la respuesta.