Ayer tuve oportunidad de ver en televisión un programa sobre divulgación tecnológica titulado "la nube" que me hizo aflorar la cuestión sobre la que hablaré hoy. Antes de eso quisiera darle un tirón de orejas al presentador del programa y decirle que su espacio podría haber sido un programa excelente si él no hablara más que los seis invitados juntos, si se callara un poquito y dejara reflexionar a los que vienen a aportar cosas interesantes. ¡¡Lástima de actitud parlanchina y de ansias de protagonismo!! Pero bueno, a lo que iba:
En la mesa de tertulianos estaba el fundador de un conocido portal de bajada de software libre, a quien se le estaba preguntado por la impresionante evolución de su compañía y por los retos que se marcaba para el futuro. Sus aspiraciones eran seguir creciendo -algo esperable, por otro lado- pero lo llamativo eran los términos con los que justificaba este afán de superación: "para dar la opción a más personas de disfrutar del producto" vino a decir.
¿En dónde está lo llamativo de la frase? En que pone los objetivos de la empresa en términos de aporte de valor a los clientes, no en cifras económicas internas que a nadie interesan más que a los propios directivos. Para que comprendan la enorme diferencia entre una cuestión y la otra les pondré un ejemplo real fruto de mi experiencia pasada en grandes multinacionales del sector farmacéutico.
Cada vez que teníamos una convención anual de ventas en la que se presentaban las cifras a obtener en ese ejercicio, los directores nos presentaban los retos en términos de "ego" corporativo: aspiramos a liderar el mercado, seremos la empresa de referencia en tal sector, obtendremos el mayor crecimiento porcentual, acabaremos siendo los terceros en cuota de mercado, etc. etc. etc. Siempre era lo mismo. Esos mensajes tenían un objetivo claro: implicar y motivar a la gente, lograr que el personal sintiera que está en una empresa puntera y poderosa y diera lo mejor de sí; apelaban al supuesto orgullo que para los empleados debería significar estar trabajando en una empresa de reputación y reconocida solvencia. ¡¡Menuda tontería!!
A los empleados, la supuesta motivación que tales cosas nos podía generar nos duraba 15 segundos. Porque, en el fondo, era muy raro que una persona se implicara en un proyecto cuyo objetivo es generar valor para una institución, por muy cercana que nos tocara y por mucho que dependamos de ella. Lo diré en primera persona: a mí me importaba un bledo que mi empresa aspirara a ser la líder del mercado. Lo que a mí me motivaba era la satisfacción de saber que mi trabajo era útil para las personas (yo incluida), no para la empresa.
Veamos cómo reformular los objetivos y pasarlos a términos de "valor" para las personas. Supongamos que en lugar de decirnos "que la empresa aspira a ser la líder del mercado" nos dicen "que la empresa aspira a mejorar la calidad de vida de las personas, a evitar su sufrimiento y darles un día a día más feliz". O que nos dicen que la empresa "tiene el reto de conseguir ampliar la esperanza de vida de las personas", o que "con nuestro esfuerzo vamos a lograr que el número de personas que necesitan una prótesis de cadera disminuya considerablemente, mejorando así su calidad de vida y la de los seres que les rodean". ¿Verdad que cambia mucho el cuento? ¿Verdad que de este otro modo sí que tenemos razones para implicarnos proactivamente y luchar por lograr cumplir los retos propuestos? ¿Verdad que con este planteamiento sí vemos una utilidad real a nuestro trabajo?: somos útiles a las personas, a la sociedad.
Ya sé que estoy poniendo un ejemplo my claro de cómo los productos de una empresa pueden aportar beneficios a los demás, pero esto siempre es posible lograr sea cuál sea el producto comercializado. En unos casos las ventajas serán más evidentes que en otros, pero cualquier producto produce una mejora para alguien y eso es lo que hay que buscar y comunicar. Esas son las verdaderas razones que mueven a la gente y así es como se deben plantear los objetivos en las organizaciones: en términos de bienestar colectivo para una parte de la sociedad, aquella que disfruta del bien adquirido. Así sí que las personas se sienten orgullosas de trabajar en tal o cual empresa y así sí que se logra la implicación de la gente.
Todos los caminos conducen al mismo lugar (la empresa recibirá un retorno de la inversión independientemente del como contemos el objetivo), pero lo que cambia es el interés de los trabajadores por implicarse en alcanzar el reto perseguido. El modo de contarlo influye determinantemente en la actitud de vayan a adoptar los empleados.
Pues bien, finalizo remarcando que aquel directivo del debate tenían totalmente interiorizado este modo de plantear las cosas: para él, lo importante de crecer era poder ofrecer un servicio a muchas más personas que antes, siendo más consumidores quienes se aprovechen de sus bondades y se mejore con ello la calidad de vida del colectivo. Plas, plas, plas.... mi aplauso por el planteamiento. Desde mi punto de vista, ese es el camino acertado.
Cordialmente