La serie a la que pertenece el grabado que destacamos como obra del mes es conocida como la serie “Real Picadero”.
Es un grabado del S.XIX (otras estampas de la colección tienen fecha del año 1800) en soporte de papel continuo constituido por fibras de lino y algodón con tintas de impresión grasas como elementos sustentados.
Grabado "Real Picadero"
Fue realizado en técnica de aguafuerte y buril. Dentro de los procedimientos de incisión directa, uno de los más antiguos y de mayor prestigio es la combinación de aguafuerte y buril en el grabado, denominado talla dulce y empleado para el grabado de los siglos XVII y XVIII. Es el procedimiento que da tallas de mayor pureza y que reclama un más largo aprendizaje dada la dificultad que tiene el dominio de la herramienta.
Detalle de talla dulce
Detalle de talla dulce
El pie de estampa nos indica que: Antonio Carnicero Mancio(1748-1814) lo dibujo y Manuel Salvador Carmona (1734-1820) lo grabó.
La serie, además del Real Picadero, está compuesta por estos otros seis grabados que tienen como factor común al dibujante:
Paso de Movimiento: Antonio Carnicero y Manuel Esquivel de Sotomayor.
Trote Corto: Antonio Carnicero y F. de P. Marti.
Trote Corto: Antonio Carnicero y J. Moreno Tejada.
Galope Sostenido: Antonio Carnicero y B. Ametller.
Paso de Movimiento: Antonio Carnicero y Francisco Muntaner.
Galope de Campo: Antonio Carnicero y M.S. Carmona.
Iconográficamente en esta obra se representa a miembros de la Familia Real de Carlos IV en el Real Picadero de Aranjuez.
Cuando los reyes, grandes amantes de la hípica, quisieron que se hiciese un tratado que recopilase las enseñanzas de este deporte, que sirviese para el aprendizaje de sus hijos, ordenaron a Godoy el encargo.
Dado que Antonio Carnicero era pintor de cámara y estaba considerado como un extraordinario dibujante, es a él, al que se le hace el encargo de que realice la obra que debía de hacerse a un tamaño grande y al pintor Acuña, la que se hizo a formato reducido.
Para poder hacer los dibujos que debían de figurar en la obra "El Real Picadero", Antonio Carnicero, tuvo que trasladarse, junto con toda su familia, a Aranjuez, ya que debía de tomar los apuntes en el momento en el que se hacían los ejercicios en el Real Picadero.
Retrato de la familia de Carlos IV realizado por Goya realizado entre Aranjuez y Madrid en la primavera y verano de 1800.
Los personajes retratados están presididos por los reyes en el centro, María Luisa de Parma y Carlos IV, junto a sus hijos el infante don Francisco de Paula y la infanta doña María Isabel .En el grupo de la izquierda, el príncipe de Asturias y futuro Fernando VII , vestido de azul, el infante don Carlos María de Isidro , segundo en la sucesión al trono, la infanta doña María Josefa , hermana del Rey, y una joven no identificada.
En el grupo de la derecha, un hermano del Monarca, la reina de Portugal e hija mayor de los Reyes, y los príncipes de Parma.
Destaca el cuidado en el diseño de los trajes, a la última moda, de las joyas, posiblemente creaciones del joyero de la corte Chopinot y de las condecoraciones, como la banda de la Orden de Carlos III, de la recién creada Orden de María Luisa, el Toisón de Oro y las cruces de la Inmaculada y de San Jenaro, algunos de los cuales tb se distinguen en el grabado.
Se trata de una composición armoniosa y clara pero también compleja, que revela la maestría del artista, al igual que la capacidad del pintor para analizar al ser humano.
Carlos IV (1748-1819) fue rey de España desde 1788, en que sucedió a su padre, Carlos III, hasta 1808 en que se vio obligado a abdicar en su hijo Fernando, que subiría al trono con el nombre de Fernando VII.
Carlos IV demostró, junto con su hermano el infante don Gabriel, saber disfrutar bien de los Sitios Reales, en los que incorporaron mejoras y patrocinaron construcciones como en el Escorial, en el palacio de la Granja y en Aranjuez, donde el príncipe dirigió personalmente la remodelación de los jardines.
Después de la guerra de la Independencia, y durante todo el siglo XIX, la monarquía no perdió la costumbre de pasar las primaveras en Aranjuez y siguió yendo allí todos los años hasta 1890.
En la imagen representada en el grabado podemos ver a miembros de la Familia Real en un salón donde los criados y lacayos conducen y muestran al Rey un caballo preparado para montar. En relación con la hípica vemos en el suelo diferentes elementos como fustas, montura, ropajes.
Podemos dividir la imagen en dos zonas diferenciadas por la altura. En la zona inferior vemos a los hombres dispuestos alrededor de la figura del caballo, donde destaca la figura de Carlos IV. En la parte superior, detrás del balcón interior del salón, a las mujeres y niños que contemplan la escena inferior, donde destaca la esposa de Carlos IV, María Luisa de Parma (1751-1819).
Durante el siglo XVIII en España las prendas transmiten las influencias del estilo francés, impuesto ya desde Carlos II y Felipe V, que variará con la incorporación de modas inglesas más funcionales y dinámicas, pero sobre todo tras la Revolución Francesa 1789, afectando de forma total a la indumentaria femenina en que se denomina genéricamente “ Traje Imperio". Su implantación en la moda española fue relativamente fácil porque la esposa de Carlos IV, gran entusiasta del nuevo gusto, fue clienta de las sastras parisinas y admitió en su ropero algunos vestidos regalados por Napoleón confeccionados en París por la famosa modista Madamme Ninette. Ella se convirtió en el espejo de la Moda para la aristocracia y la nobleza.
Las prendas principales de la indumentaria varonil son las casacas( con tres aberturas: una en la espalda y dos en los laterales y con una fila de botones que iban de arriba abajo en la parte delantera, la mayoría de los cuales muchas veces se dejaban sin abrochar), chupas (chalecos), las calzas (prenda ajustada al cuerpo en todo su largo y que cubre desde la cintura a la parte superior de los tobillos), zapatos de tacón y pelucas blancas. Al sombrero tricornio le sucedió el bicornio, el que usaba Napoleón, pero no duró mucho tiempo, ya que a finales del siglo XVIII se empezó a usar el sombrero de copa, que fue el más utilizado durante el siglo XIX. La moda gala imperó a lo largo del siglo XVIII, en los sucesivos reinados de Felipe V, Fernando VI, Carlos III y Carlos IV, pero el gusto por lo castizo se acentúa en el reinado de Carlos IV llegando a una corriente de acercamiento a lo popular en cuanto a vestimenta y diversión como el pueblo. De aquí surgieron los retratos de Goya del último cuarto del siglo XVIII y principios del siglo XIX, de María Luisa de Parma, trajes de majos y majas de los Cartones para tapices o la serie de los Caprichos.
A finales del siglo XVIII principios del XIX, los hombres vestían ya a la moda inglesa, imperante en toda Europa. Se suprimieron las casacas para usar el frac de cuello muy alto, corto de talle y faldones largos. Se usaban chalecos cruzados de grandes solapas muy cortos y calzones muy ceñidos.
Sobre las vestimentas los miembros de la monarquía portan la Orden de Carlos III y la banda de la Orden de María Luisa.
En la zona inferior del grabado vemos el escudo de Carlos IV, que no incorpora cambios del de Carlos II, en un modelo simplificado conocido como “escudo pequeño”.Este escudo tiene una zona central ovalada o de damas, con cuatro cuarteles: el primero y cuarto de armas del reino de Castilla y el segundo y tercero de armas del reino de León. En el centro de los cuatro cuarteles el escusón de armas de la Casa de Borbón de España formado por tres flores de lis y bajo los cuarteles un entado con forma de triángulo curvilíneo de armas del reino cristiano de Granada. Este óvalo central se dispone encima de un manto bajo la Corona real.
Escudo de Carlos IV
Antonio Carnicero, dibujante del grabado, fue estudiante de la Academia de Bellas Artes de San Fernando donde llegó a ser nombrado Académico de Mérito y de Profesor de Principios y del Natural, después de su viaje a Roma, se convirtió en pintor de la corte del rey Carlos IV y pintó seis cuadros para el claustro de San Francisco el Grande en Madrid. Destacó su trabajo en pintura y grabado, fue pintor de cámara al mismo tiempo que Goya y profesor de dibujo de Fernando VII. Algunas de sus obras más importantes son: “Ascensión de un globo Montgolfier en Aranjuez” (1784, Museo Nacional del Prado), “Un infante con tambor y pandereta” (1798-1808, Museo Nacional del Prado),”Manuel Godoy, Príncipe de la Paz” (1796-1801, Museo Romántico de Madrid) y dibujos para la serie "Trajes de España e Indias" de 1777, las ediciones de “El Quijote” auspiciadas por la Academia de la Lengua y llevadas a cabo por Joaquín Ibarra en 1780 y 1782, una serie de grabados sobre Tauromaquia en 1790 y un conjunto de retratos sobre personajes españoles ilustres en 1788.
El grabador de la estampa es Manuel Salvador Carmona, estudiante en la Real Academia de San Fernando y la Real Calcografía y enviado especial con otros alumnos aventajados a Paris con el fin de perfeccionarse en el arte del grabado dirigido por el grabador Nicolás Dupuis. A su regreso a Madrid es nombrado Académico de Mérito de la Real Academia de San Fernando y Artista Honorario de la Academia de Pintura, Escultura y Arquitectura de Toulouse. Al quedar vacante la plaza de Director del Grabado en dulce en la Academia de San Fernando, la plaza le fue concedida a Manuel Salvador Carmona por Real orden de 9 de marzo de 1777. Después de quedar viudo contrae matrimonio en segundas nupcias con Ana María, hija de Antonio Rafael Mengs.
En 1783 fue nombrado Grabador de Cámara del Rey. Su obra grabada alcanza un total que se acerca a las quinientas estampas, encontrándose entre ellas algunos de los ejemplos más contundentes de la perfección que llegó a alcanzar la técnica de la talla dulce.
La Real Calcografía, creada en 1789 fue una de las instituciones que más contribuyó a la consolidación y esplendor del arte del grabado. La finalidad inmediata era el deseo de que se grabara "La Colección de los Cuadros originales que hay en España dignos de ser publicados, y la colección de Retratos de los Españoles distinguidos en las Letras, en las Armas y en la Política, cuya memoria aún por este camino convendría que se extendiese a todo el Mundo". De sus tórculos salieron las más importantes obras para dar a conocer y propagar la eficacia de la monarquía y los éxitos alcanzados tanto científicos como técnicos: los Retratos de los Españoles Ilustres con un epítome de sus vidas, las Vistas de los puertos de la mar de España, la Brigada de la Artillería Volante, el Real Picadero de Carlos IV y las Vistas del Real Monasterio de El Escorial.